Si recordamos cuando fue el momento en el que decidimos dar el paso para seguir a Jesús en nuestra vida y vivir una vida de fe auténtica, cristiana, nos daremos cuenta que siempre en el origen hay una persona especial que nos habló de Jesús. En algunas historias personales, incluso varias personas. Dios ha querido contar con mensajeros para llegar a todos los hombres, para llegar a nosotros. En el pasaje de Mateo que hoy nos propone la liturgia, Jesús busca y llama a sus colaboradores en su misión para prepararles y enviarles.
Es impresionante observar la reacción de estas personas que Jesús llama. Dice que Andrés y Simón inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron, y, Santiago y Juan, inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Este “inmediatamente” nos ayuda a imaginarnos la fuerza seductora de la mirada de Jesús que llega hasta tu corazón y te mueve. Su poder de atracción debía ser tremendo, su Persona, impactante.
¿Te has encontrado ante Él? ¿Has percibido su mirada? ¿Te pasó o te ha pasado lo mismo a ti? Porque Jesús resucitado esta vivo y sigue entre nosotros y necesita nuestra colaboración en su misión de llevar a todos los hombres a Dios, de que todas las criaturas entren a formar parte de la familia de Dios, la Iglesia, de salvarnos: ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; y ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?; y ¿cómo anunciarán si no los envían? Yo lo experimenté y lo sigo sintiendo. No es fácil decir que sí, pero es tan irresistible su propuesta cuando le escuchas. Te ama tanto y llegas a contagiarte tanto de su amor que no puedes decirle que no.
El Señor sigue haciendo discípulos, porque hay personas que responden a su llamada de trabajar por el Reino («¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!»). Pero no todos han prestado oído al Evangelio, ¿sos vos uno de ellos?
Si sentís que te habla a vos, que te está llamando, no dudes, no te escondas, no busques excusas, inmediatamente dejalo todo y seguilo, es lo mejor que va a pasar en tu vida. Él te quiere, te necesita.
Fuente: Arquidiócesis de Madrid