Evangelio según san Juan 10, 11-18

jueves, 19 de abril de
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En aquel tiempo, Jesús dijo:«Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

 

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.»

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

Celebramos hoy esta linda fiesta en toda la Iglesia que es la del Buen Pastor, en el cuarto domingo de Pascua. Y las dos cosas que más resaltan de toda la lectura son: el Buen Pastor da su vida por las ovejas y que hay otras ovejas de otro corral.

 

Lo primero que nos deja pensando de este texto del Evangelio es que Jesús se identifica con el Buen Pastor y remarca como prioritario el hecho de que entrega su vida por las ovejas. Esto es lo más llama la atención y que en definitiva va a ser lo decisivo del mensaje: Jesús entrega su vida por amor a todas sus ovejas. No hace como el asalariado, ese que no siente el rebaño como propio que ante la primera señal de peligro o del lobo –que puede representar todo lo malo y el mal espíritu- sale corriendo. Jesús no. Jesús se queda. Jesús es aquel que “me aguanta los trapos” y se la juega por mí.

 

Creo que una linda experiencia que podemos hacer en este día: hacer memoria y volver a pasar por el corazón todas las veces en que me sentí amado o amada por Dios y por Jesús con la fuerza del Espíritu Santo. Volver a tomarme dos minutos para darme cuenta de la incondicionalidad del amor con que Jesús me ama y cómo me ha amado a lo largo de toda la vida y cómo fue en todas las ocasiones Compañero y Compañía. Descubrir que Jesús es Buen Pastor es descubrir una y otra vez que Dios me acompaña en el camino de la vida, muchas veces silenciosamente, pero está ahí, firme, haciéndome el aguante. El Buen Pastor viene a descubrirme que el Dios del Evangelio quiere ser el Dios de mi corazón.

 

Por eso creo que es necesario volver a decir y repetir una auténtica experiencia de Dios. Quizás crecimos con ideas torcidas o imágenes desdibujadas de Dios, muchas veces por culpa de una mala catequesis o cosas que no supimos entender bien en nuestra propia historia. Tiene que ver con que muchas veces pensamos que Dios “aprieta pero no ahorca” y muchas veces las situaciones de dolor y de muerte son ocasiones en las que Dios se vale para “probarnos” en nuestra fe. Es como si Dios “mandara males”, que nosotros tenemos que aceptar resignadamente y soportar porque en definitiva es Dios que nos está probando. ¡De ninguna manera! ¿Se imaginan al Buen Pastor que da la vida por sus amigos, mandando un cáncer fulminante, una enfermedad terminal o la muerte de un ser querido, a una persona tan solo para ver si esa persona aguanta y tiene fe? ¿Se imaginan un Dios que quiera que nosotros suframos para probar en definitiva que tenemos que rendirle culto y reconocerlo como Dios? ¡Esto es una locura! ¡Este no es el Dios de Jesús! ¡Esto no tiene nada que ver con ser cristianos!

 

El Buen Pastor que entrega su vida por amor es un Dios que frente al dolor y al sufrimiento humano, sufre. ¡Sí! ¡Dios sufre por amor! Y no necesita probar nada de nosotros. No necesita de catástrofes mundiales, enfermedades, dolor y muerte para ver cómo nos comportamos y si salimos victoriosos nos garantiza el cielo. ¡Nada de eso! Frente al dolor, la muerte, el sufrimiento, Jesús, el Dios hecho hombre y Buen Pastor, que entrega su vida por amor a mí, está a mi lado sufriendo conmigo, estando conmigo, consolándome, sosteniéndome, alentando Espíritu de Vida para poder seguir adelante. Ese sí es Dios. el que no necesita probar si tenemos o no fe y por eso nos castiga o nos manda males, sino el Dios entrañablemente derretido en caridad que me sostiene en todo momento.

 

Y lo segundo es que hay ovejas de otro corral. Esto será aceptar que no somos los únicos y que Jesús viene para todos y no es propiedad de nadie. ¡Cuántos no conocen a Jesús todavía, ni el Evangelio ni el Reino! Tarea nuestra será la de fascinados por el amor incondicional del Buen Pastor, descubrir que cada cosa que me pasa en la vida puede ser una posibilidad de amar, aún en el dolor y el desconsuelo y atraer a Jesús, por el poder de su gracia, a tantos hermanos con sed de Dios. En todo, amar y servir. Para que Jesús, Buen Pastor que no quiere nuestra muerte, viva en los corazones de muchos más varones y mujeres de nuestro mundo.

 

Un fuerte abrazo en el Corazón de Jesús y será si Dios quiere hasta el próximo evangelio.

 

 

Oleada Joven