Cuando un niño comienza a dar sus primeros pasos, en su entorno se produce la mayor alegría de contemplar como se va desarrollando la vida.
Cuando un niño comienza a dar sus primeras palabras, genera una fuerte emoción en sus padres que anhelan de corazón, por lo menos balbucease sus nombres.
Cuando un niño sonríe ante las palabras o gestos de cariño, produce una ternura y alegría en aquellos que hacen hasta lo mas extraño para verlo feliz.
Si consideramos con apertura de corazón que todos los comienzos en la vida son un gran desafío, pero que a la vez también son motivos de alegría para los demás que nos rodean.
Podemos meditar que necesario es COMENZAR a dejarse amar por Dios, que hace todo y hasta lo imposible para que demos pasos firmes de fe, para que proclamemos su nombre y para que seamos felices.
¡Que cada día sea el comenzar de una nueva historia de amor de ese amor verdadero de Dios que quiere colmar nuestras vidas!