Dejáte ganar por el sueño de Dios

martes, 3 de junio de
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El Señor dijo a Abrán: “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te indicaré.Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una bendición:Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por ti serán bendecidas todas las comunidades de la tierra”.


Abrán partió, como le había dicho el Señor, y Lot se fue con él. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.Tomó consigo a Saray, su mujer, y a Lot, su sobrino, con todas las cosas que poseía y los esclavos adquiridos en Jarán. Y se pusieron en camino hacia la tierra de Canaán. Llegaron a Canaán, y Abrán atravesó el país hasta el lugar de Siquén, hasta la encina de Moré. Los cananeos habitaban entonces en el país.

 

El Señor se apareció a Abrán y le dijo: “Yo daré esta tierra a tu escendencia”. Y Abrán levantó allí un altar al Señor, que se le había aparecido.


De allí se trasladó a la montaña situada al oriente de Betel y allí plantó su tienda, con Betel al oeste y Ay al este. Aquí levantó al Señor un altar e invocó su nombre. Después Abrán partió en dirección al Negueb.


Gn 12, 1- 9



La Palabra que acabamos de compartir nos habla del llamado de Abrám; un anciano que, podríamos decir, estaba “acomodado” en su tierra. Sin embargo escucha la voz de Dios, la reconoce y no duda ni un instante en ir detrás de la primesa del Padre. Abrám se dejó ganar por el sueño de Dios.


Dios desinstala y pone en movimiento. Compromete.


Hoy, Jesús vuelve a venir a tu vida a desinstalarte, a ponerte en moviento. Y si te sentís caído/caída viene también a ponerte de pie.


Hoy Él vuelve a llamarte. Hoy su voz quiere romper con el torbellino de ideas, quiere sobresalir en medio de tantas voces que te habitan (Las voces del mundo, del mal, de las preocupaciones, miedos, etc.)


Quiere que lo mires y lo escuches. Quiere contarte el sueño que tiene para vos. No tengas miedo, Él no sustituye sino que incluye y plenifica, hace sobresalir lo mejor de vos.


Cada dís te espera ahí, en la Eucaristía para hablarte. Dejate mirar, amar, interpelar por Él. Está atento/a a su voz.


Por último me gustaría regalarte unos fragmentos de una oración del Padre Pío que puede servirles para predisponer el corazón antes de ir a su encuentro:


 

Quédate conmigo, Señor, porque tu eres mi luz
y sin ti yo estoy en la oscuridad.

Quédate conmigo, Señor, para mostrarme
tu voluntad.

Quédate conmigo, Señor, para que yo pueda
escuchar tu voz y seguirte.

Quédate conmigo, Señor, pobre como mi alma es,
yo deseo que sea un lugar de consolación para Ti,
un nido de amor.



A continuación te acercamos imágenes del último Horeb, un encuentro de oración y adoración a Jesús Eucaristía:




Corina Acevedo

De Nuestra Redacción

 

Oleada Joven