“No olvides que me encontraba a mil millas de toda región habitada. Ademas, el hombrecito no me parecía ni extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto de sed, ni muerto de miedo”
(El Principito – Saint-Exupery)
Ese es el milagro del amor: para él, no hay distancias.Cuando amamos, siempre estamos cerca de alguien. Por mas perdido que se sienta, nuestro amor lo alcanzará.Y el que ama de verdad, jamas se siente perdido, ni en el desierto, ni en la ciudad confusa.El que ama de verdad “nunca esta muerto de hambre, ni de sed, ni de miedo”Pero lleva en sus manos la plenitud de la vida; El agua que reanima y el ánimo que da coraje. Siempre hay alguien a nuestro lado. El que ama, descubre su presencia.
De lo contrario, estará solo en la multitud, terriblemente solo, con su autosuficiencia y su egoísmo.Cuando más me resista a abrirme a los demás inclinándome con egoísmo para admirar mis propias limitaciones, ¡Mas solitario estaré todavía! Y no habrá nadie que logre restituirme la alegría de vivir, si no me digo a mi mismo: ¡Deja que los demás invadan tu casa! “Abre las puertas de la desconfianza y conocerás voces cuya existencia desconocías; que no creías poder llegar a amarlas”.Esta es la ley de la vida: para vivir en plenitud es necesario compartir en profundidad.Y de esto, el amor entiende mucho…
Fuente: “Crear Lazos de Amistad” Carlos A. Schmitt