Evangelio según San Mateo 24,42-51

martes, 26 de agosto de
image_pdfimage_print

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.


Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.


¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?


Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’,y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,su señor llegará el día y la hora menos pensada,y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


Palabra de Dios




P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betarrán. Animador y responsable de la Pastoral Juvenil 

 

El Evangelio de hoy pareciera dividirse entre dos tipos de servidores: los buenos, fieles y previsores y los malos.

Nos queda claro la diferencia que hay entre cada uno. Los primeros, como no saben a qué hora llegará su señor, se dedican a amar y servir en todo y a todos. Los malos, son los que piensan que su señor no llegará nunca y entonces malgastan la vida, dedicándose a la violencia, a comer y a emborracharse.

En la catequeisis aprendimos que Jesús va a volver algún día. Y es cierto. Pero a veces caemos en la tentación de pensar que ese momento es muy lejos en la historia.

Lo cierto es que si bien Jesús vendrá en gloria y majestad al final de los tiempos, en realidad, desde el momento de la Anunciación y de la Pascua, Jesús se quedó siempre con nosotros, unido a todo hombre. Por eso a Jesús no hay que esperarlo mucho en el tiempo. Está acá. Cerca. Está en cada corazón que lo busca, en cada pobre, en el que sufre, en el que no tiene con quién hablar y compartir la vida, con el que está solo, con el joven que no puede aflojar con su adicción, en las familias golpeadas, desmembradas, en los oprimidos y excluidos, en los sobrantes, diría el papa Francisco.

Jesús no va a venir solo al final de los tiempos. Viene en cada hermano que tiene necesidad de mi originalidad, de mis dones y mis talentos. Jesús es todo aquel que tiene necesidad de mí. Y porque tiene necesidad, es pobre.

Claro. La decisión es mía. Puedo salir al encuentro de Jesús en todas las víctimas y crucificados de hoy, para en “todo amar y servir”, o “hacer la mía”, pensar que Jesús va a tardar mucho en venir y dedicarme a sentirme tranquilo en mi propia zona de seguridad y confort, comiendo, bebiendo y golpeando compañeros.

Sí. El Reino exige respuestas.

 

Hermano y hermana, te abrazo desde lo más hondo del Corazón de Jesús.

 



 

Radio Maria Argentina