Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?“.Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.”Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”.Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”.
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
Palabra de Dios
P. Sebastían García
El texto del Evangelio de hoy nos presenta un momento crítico en la vida de Jesús y la primera comunidad de los apóstoles. Si miramos bien, son dos preguntas diferentes. Jesús pregunta primero “quién dice la gente”. Los apóstoles responden de manera objetiva y casi como esquivando la pregunta:” Juan Bautista, Elías, Jeremías, algún profeta…”
La segunda pregunta de Jesús es bien personalizada: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” Ya no hay lugar para vacilar, para la duda, para esquivar la pregunta. Jesús pregunta en serio y espera una respuesta en serio.
La respuesta de Pedro la conocemos. ¿Pero la nuestra? ¿Cuál es? ¿Quién es Jesús para mí?
A veces nos acostumbramos como a “copiar” las respuestas de los otros. Pero esta respuesta no admite copia. Es mía. Personal. Que brota desde mi originalidad.
Yo me animo a decir: “Vos, Jesús, sos lo más grande que me pasó en la vida. Por vos me juego la vida por amor.”
Y vos, hermano, hermana, ¿qué le vas a responder?
Desde el Corazón de Jesús te mando un abrazo grande.