Evangelio según San Mateo 22,1-14

martes, 19 de agosto de
image_pdfimage_print

Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’. 

Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio. 


Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos”.


Palabras de Dios



 


P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betarrán. Animador y responsable de la Pastoral Juvenil

 

Jesús nos regala en el Evangelio de hoy una nueva parábola del Reino. Dice que es como un banquete de bodas. Y además que son muchos los invitados. Pero hay un detalle: hay gente que se niega a ir. Y se los resume en gente que hace cosas que son muy comunes en el mundo de hoy: uno se va al campo, es decir, sigue en la suya, va a lo propio, a lo seguro, a su zona de confort y de seguridad; el otro va a hacer negocios, y es el que está más preocupado por salvarse la vida ganando plata que por ser solidario con otros; y los últimos, los que viven para la violencia. No les interesa el banquete. Desprecian la vida. Piensan que la vida se compra y se vende, como pasa en nuestros barrios y ciudades, donde se vende paco, droga, sexo, alcohol, donde parece que la vida no tiene precio y uno puede comprarla y venderlas.

El Reino tiene otra lógica entonces: es para todos, buenos y malos. No ofrece restricciones. No hay que “calificar” para entrar en él. Es decir, si hay una salida, es colectiva, comunitaria, social. O nos salvamos todos o no se salva nadie. El Reino es para todos. Y Jesús viene a decirnos con hechos y palabras que Dios no quiere que nadie se quede afuera de esta fiesta de la vida compartida en comunidad, celebrada en comunidad, padecida en comunidad, amada en comunidad.

Ni campos, ni negocios ni vida que se vende y se mata. Reino para todos, para que nadie se quede afuera de la fiesta y del encuentro.


Abrazo, en el Corazón de Jesús y un muy feliz día a todos los catequistas.

 

Radio Maria Argentina