Evangelio según San Lucas 17,20-25

lunes, 10 de noviembre de
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Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”.

 

Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.”


Palabra de Dios



P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betarrán. Animador y responsable de la Pastoral Juvenil 

 

 

La pregunta de los fariseos puede ser la de muchos cristianos: “Y al final… ¿cuándo llega el Reino?“

Lo primero que podemos decir, siguiendo el Evangelio de hoy, es que el Reino es la misma persona de Jesús, viene a instaurarlo como nuevo orden político, socio-económico y religioso, donde las únicas relaciones posibles entre los hombres sean las de amor, caridad y misericordia.

Por eso el Reino no viene ostensiblemente. Por eso no se puede decir que esté acá o allá. Porque el Reino se instaura en la Pascua de Jesús y se sigue construyendo hoy en día. El Reino ya llegó. El Reino está entre nosotros.

Lo que pasa es que esto supone un cambio de mentalidad, una conversión. Empieza por pensar que todo lo que hacemos tiene un eco de eternidad. Nada de lo que hacemos puede ser inocente. Todo tiene eco de trascendencia.

Por eso es tan importante tomar conciencia de todo esto. Porque si bien el Reino lo alcanzamos de un modo definitivo en la otra vida, lo seguimos construyendo con nuestra vida cotidiana. Son esos pequeños gestos que muchas veces nos pueden parecer absurdos, sin sentido o “con sabor a poco”; pero que en realidad son adelanto del Reino: amar al enemigo, perdonar “setenta veces siete”, optar por los pobres, los marginados, los oprimidos, luchar por la justicia, ponerse del lado de la vida y pelear por ella son claras manifestaciones de que entramos en la lógica del Reino.

Sin cosas ostensibles. Sin propaganda. Sin “lucecitas de colores”.

El Reino es una convicción firme y fuerte de que la muerte de Jesús no es una derrota, sino es la entrega máxima de amor para que podamos nosotros tener esa vida. Y el compromiso con esa vida nueva que Jesús nos regala con su Pascua y que vivimos en cada sacramento, nos empuja a luchar por el Reino, a militar por el Reino, a jugarnos la vida por el Reino.

Porque no nos podemos conformar con lo que somos y tenemos. Vamos por más. Vamos por la utopía, Vamos por lo imposible. Vamos por todo aquello que tiene necesidad de ser más humano y por tanto más libre. La Pascua de Jesús es el impulso a construir en el día a día de todos los días una patria más justa, más fraterna y más solidaria. Sin largos discursos. Pero sí con hechos que a la luz de la fe nos permiten descubrir que podemos hacer que la vida de nuestros hermanos sea más humana. Y la nuestra también.

Por eso el Reino no es verso. Es la convicción de que Jesús vive y me ama. Y este amor me compromete a más.


Hermano, hermana, Dios te cuide, hasta que volvamos a encontrarnos en otra página del Evangelio.

 

Radio Maria Argentina