Evangelio según san Lucas 24, 35-48

miércoles, 11 de abril de
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Los discípulos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes.»

 

Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.»Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.

Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.»Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.»

 

Palabra del Señor

 


 

P. Sebastían Garcia

 

 

 

“…en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados” De esta manera se cierra este primer ciclo del tiempo pascual de tres domingos: Jesús Resucitó para darnos nueva vida (I) que consiste en “creer para ver” (II) y enviarnos como testigos a predicar en su Nombre (III).

 

Es un lindo itinerario el que nos propone la meditación de estos textos del Evangelio que nos hacen pensar en redescubrir a Jesús como Señor y Salvador de nuestra vida, cambiar la mentalidad y pasar de “ver para creer” a “creer para ver” y siendo testigos de todo esto anunciarlo a todos los pueblos. Porque es el itinerario de los discípulos misioneros. En la medida en que voy haciendo experiencia de la Resurrección de Jesús en mi vida y voy convirtiéndome, voy dando testimonio en su nombre. Una cosa no quita lo otro. Por eso Aparecida nos invita a vivir esta doble dimensión que no es para nada excluyente: siendo discípulos, aprendemos anunciando; siendo misioneros, anunciando en su Nombre, aprendemos y hacemos camino.

 

También es una linda manera que Jesús tiene para decirnos en medio de esta Pascua, que la alegría que sentimos, experimentamos y vivimos, no es sólo para nosotros y para guardárnosla de modo egoísta e idolátrico. ¡Al contrario! Es el tiempo propicio para ser Iglesia en salida, comunidad que misiona, se mete en el barro de la historia y desde el fondo más miserable anuncia la salvación de Jesús, la verdadera liberación del corazón.

 

La alegría de la Pascua es la alegría del Evangelio; es la alegría que me brota en el fondo del corazón cuando hago experiencia de corazón de que Dios me ama de manera incondicional, que soy su hijo, que ahí radica mi dignidad; hacer experiencia que mi vida vale y soy valioso a los ojos de Dios. Y que todo esto no me lo puedo guardar: tengo que compartirlo. Primero con mi comunidad y luego salir a predicar en su Nombre.

 

Una de las tentaciones que podemos tener es la de creer que predicar es irnos a misionar a lugares inhóspitos, desolados, perdidos en medio de la nada. Puede ser. Pero creo yo que predicar en Nombre de Jesús empieza por casa. Y está más en las obras que en las palabras. Soy un convencido de que para predicar no hace falta mucho más que un corazón convencido e hinchado de la convicción del Evangelio de las Bienaventuranzas y poner amor en lo pequeño, sencillo y cotidiano del día a día de todos los días. No hace falta tareas titánicas ni heroicas. Cosas pequeñas, sencillas, ocultas, para pasar haciendo el bien.

 

Hace unos días el papa Francisco sacó un texto muy lindo que te invito a leer completo. Se llama Gaudete Et Exultate. Y te comparto uno de los pasajes que más me conmovió a mí, el número 101: “También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden. La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte.84 No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente .

 

Prediquemos en su Nombre. Pongámonos del lado de la vida de tantos hermanos excluidos y junto a ellos anunciemos nuevos y renovados caminos de salvación, para pechearla juntos, y juntos andar nuevos caminos de liberación.

 

Que la alegría del Resucitado se haga Pascua y cambie nuestros corazones.

 

 

Oleada Joven