Jesús dijo a los judíos:«Yo soy el pan vivo bajado del cielo.El que coma de este pan vivirá eternamente,y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo».Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él.
Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente». Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor
P. Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharram
Al final de este capítulo 6 del Evangelio según San Juan hay una frase decisiva por parte de Jesús: “El que coma de este Pan vivirá eternamente”.
El domingo pasado reflexionamos sobre el hambre de sentido de la vida que tenemos todos los hombres en el interior de nuestro corazón. Y Jesús viene a decirnos que “Yo soy el Pan de Vida”, es decir hay un solo Señor capaz de darnos vida, capaz alimentarnos, capaz de saciar lo que quizás nos puede hacer pensar en una primera instancia, como el domingo pasado: ¿Qué cosa consumimos? ¿De qué cosas nosotros nos alimentamos? ¿Cuáles son las cosas que buscamos para saciar nuestra hambre y nuestra sed? Sabiendo que tenemos un Señor que comparte nuestra misma condición humana, que vive como nosotros, que carga sobre su cruz nuestros pecados y que resucita para que nosotros también tengamos vida nueva y podemos vivir en definitiva como resucitados.
¿Qué cosas consumo cotidianamente que me alimentan? o ¿qué cosas consumo que no me alimentan, que no me hacen bien, que me alejan, que me separan, que incluso me hacen daño y no me hacen en definitiva llegar a la meta tan soñada, tan querida para la que Dios me crea ¿no? Ese fin para el que yo fui creado, soñado, querido, amasado en lo secreto, llamado por Dios.
Es verdad que Jesús dice que no solamente es Pan de Vida para algunos y no para todo el mundo. Y es verdad que el mundo tiene hambre. Esto lo constatamos permanentemente: lo que vivimos en grandes ciudades y estamos rodeados de gente, por ejemplo en situación de calle, nos damos cuenta del hambre que hay en nuestras ciudades. Pero también podemos visitar cualquier pueblo del interior y vemos el pobrerío y vemos la necesidad también que hay de alimento para todas las personas que habitan este suelo humano.
Es increíble que en este mundo un país como el nuestro, Argentina, pueda producir alimento para que podamos comer todos nosotros el doble de lo que comemos haya gente que se muera de hambre. ¡Es un escándalo! ¡Esto es un pecado social, estructural que grita y que clama al cielo! No puede haber entre nosotros hermanos que pasen hambre. No puede haber entre nosotros hermanos que no tengan un pedacito de pan para sentarse a la mesa y compartir. De ahí cuentas y lindas iniciativas de parte de la Iglesia Católica y otras instituciones en dar de comer, como una verdadera obra de misericordia: dar de comer al hambriento, compartir lo poco que tenemos, dar un pedazo de pan, un plato de guiso, una factura en algún desayuno de alguno de nuestros comedores. ¡Qué bien nos hace eso!
Sin embargo también hay un hambre espiritual, como decíamos antes ¡Cuánta gente que no pasa hambre de pan material necesita muchas veces ese pan espiritual, ¡que también es Jesucristo y del que también nosotros los cristianos tenemos que nutrir! No puede darse solamente uno de los dos panes; tenemos que dar los dos porque Jesucristo es justamente los dos panes: Pan material que alimenta la vida del mundo y Pan espiritual que viene a darle sentido radical, definitivo y total a nuestra vida. Hagamos las cosas. Privilegiemos sobre todo el dar de comer, el dar de alimento con grandes preguntas acerca de la existencia, acerca de quiénes somos, acerca de quién estamos llamados a un mundo, que quizás algunos están bastante satisfechos en cuanto al pan material, pero que está necesitando otro pan que es el pan que nos trae Jesús. Es el pan del alimento que nos hace jugarnos la vida por amor y poner nuestra vida al servicio de hermanos.
Que este tiempo nos ayude para seguir convirtiéndonos de corazón para poder seguir haciendo opción por los más pobres, para poder junto a ellos hacer lo posible para que ellos también tengan su pan cotidiano. Y luchar también para aquellos tiene su pan cotidiano se hagan las grandes preguntas acerca de sentido de la vida puedan compartir su pan con aquellos que no lo tienen.
Hermano y hermana, que tengas un lindo domingo lleno de la Pascua de Jesús, te mando un abrazo muy grande en su Corazón y será hasta el próximo evangelio.