Queridos hermanos: Durante los viernes de Cuaresma les proponemos rezar juntos en este espacio, el Via Crucis. Un camino especial de conversión propuesto por la Comisión de Liturgia de la Arquidiócesis de Córdoba y que en esta oportunidad, compartimos en formato radial y web para rezar como familia de Radio María.
Recorremos con Jesús, la “vía dolorosa” de los pobres, los excluidos de la sociedad y los nuevos crucificados de la historia, víctimas de nuestra cerrazón, del poder y de las legislaciones, de la ceguera y del egoísmo, pero sobre todo de nuestro corazón endurecido por la indiferencia. En cada estación nos hacemos contemporáneos de Jesús, testigos de su inmenso sufrimiento, y también de su infinito amor por todos y cada uno de los hombres y mujeres del mundo y de la historia.
Jesús es condenado toda vez que se ejerce la violencia en todas sus manifestaciones hacia mujeres, hombres, niños, jóvenes, ancianos.
Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Nos dice el Evangelio en San Juan capitulo 8, vesiculos 1-11:
“Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
Los religiosos de la época de Jesús le presentan a una mujer adúltera, donde la condena, el juicio, y la muerte por lapidación fueron las primeras actitudes frente a la débil y vulnerable mujer.
Hoy convivimos con actos de violencia en todas sus manifestaciones. Para transformar esta realidad, Jesús nos anima y nos enseña a construir un mundo más humano, justo y pacífico. Antes de juzgar o condenar a alguien podemos aprender del Señor, la serenidad, la prudencia, la piedad y la misericordia.
Rezamos con nuestro Papa Francisco:
Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu de hermanos. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Padre nuestro…
Jesús carga con la cruz en las diversas situaciones y formas de pobreza
Reflexionamos junto al Papa Francisco:
¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Sólo como un símbolo de pertenencia a un grupo religioso?¿Cómo ornamento?¿He aprendido a llevarla sobre los hombros, donde duele? Cada uno de nosotros mire hoy al Crucificado, mire a este Dios que se ha hecho pecado para que nosotros no muramos en nuestros pecados y respondamos a estas preguntas que yo les he sugerido”.
Jesús ha dicho que seguirlo es cargar con la cruz. Nuestra vida de cristianos comprometidos es asumir sus dificultades. Si en verdad buscamos el rostro de Cristo entre los pobres, vamos a descubrir algo nuevo acerca de nosotros mismos, de lo que significa levantar nuestra cruz y seguir el camino de Cristo.
Jesús cae bajo el peso de la cruz, esa cruz de aquellos que no tienen trabajo y sufren las consecuencias del desempleo
Dice el Catecismo de la Iglesia Catolica: Soportando el peso del trabajo, en unión con Jesús, el hombre colabora en cierta manera con el Hijo de Dios en su obra redentora. Se muestra como discípulo de Cristo llevando la Cruz cada día, en la actividad que está llamado a realizar.
Te pedimos Señor por todos aquellos hermanos que se encuentran sin trabajo, para que puedan ganar dignamente el sustento diario; y por todos aquellos que tienen la posibilidad de generar empleos, para que lo hagan con generosidad y espíritu de servicio.
Glorioso San José, tu siempre conservaste la confianza en la Providencia y pediste su ayuda. Hoy yo mismo estoy buscando trabajo,y apelo a tu poderosa interseción para ayudarme a encontrar los medios de vivir a través de mi labor.
San José de la Buena Esperanza,reza por mí, protégeme,guíame y guárdame en la esperanza.Amén.
En esta estación oramos especialmente por los niños por nacer
Relata el Evangelio de San Lucas: “Simeón los bendijo y digo a María, su madre: ‘Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción. Y a ti misma una espada te traspasará el alma. Para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones’. Y su madre conservaba todo esto en su corazón.”
Jesús sufre al ver a su madre afligida, y María viendo sufrir a su Hijo. Pero de este común sufrimiento nace la nueva humanidad.
Te pedimos Señor por nuestro duro corazón y por no respetar siempre toda vida. Y a la Bienaventurada Virgen María pedimos que nos ayude a amar la vida de cada ser concebido y a defender y proteger su valor y su dignidad.
Rezamos juntos la Oración por la vida, de San Juan Pablo II :
Oh, María aurora del mundo nuevo. Madre de los vivientes a Ti confiamos la causa de la vida; mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se les impide nacer, de pobres a quienes se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo, el Evangelio de la vida….
…Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida. Amen.
Padrenuestro, que estás en el cielo…
En esta estación oramos especialmente por todos los enfermos
Nos relata el Evangelio de san Mateo:
“Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo».
En un canto de cuaresma se escuchan estas palabras: «Bajo el peso de la cruz Jesús acoge al Cireneo». El divino Condenado aparece como alguien que, en cierto modo, «hace don» de la cruz. ¿Acaso no fue Él quien dijo: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí»
Simón recibe un don. Se ha hecho «digno» de él. Lo que a los ojos de la gente podía ofender su dignidad, en la perspectiva de la redención, en cambio, le ha otorgado una nueva dignidad. El Hijo de Dios lo ha convertido, de manera singular, en copartícipe de su obra salvífica. ¿Será el cireneo consciente de ello?
Con Jesús en esta estación ofrecemos la vida de los enfermos, nos comprometemos a rezar por ellos, a acercarnos con el gesto y la palabra oportuna…
En esta estación oramos por todas las personas víctimas de las adicciones
Escuchamos al profeta Isaías:
“El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada”
El drama de la adicción no solo contempla la dependencia de las drogas, el alcohol y el tabaco, que siguen siendo las causas de adicción que más prevalecen en la sociedad. Hoy este drama asume diversas y nuevas formas: el creciente uso de Internet, ordenadores, teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos cuyo uso excesivo que a menudo deriva en distintas adicciones El juego compulsivo y las apuestas, la pornografía, el uso excesivo de videojuegos afecta la calidad de las relaciones cotidianas y más cercanas.
Ante estos peligros del espacio virtual, el papa Francisco nos dice que “apoyados por el ‘Evangelio de la Misericordia’ podemos aliviar, cuidar y curar los sufrimientos relacionados con las nuevas adicciones
En esta estación rezamos para que cada vez tomemos más conciencia de la necesidad del cuidado de nuestra casa común
En Laudato Si, nos dice el papa Francisco:
“El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común.” (LS13)
Como San Francisco de Asís que manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados, pidamos que nosotros también hagamos de estos gestos un estilo de vida cristiana.
En esta estación tenemos especialmente presentes a los migrantes y refugiados
Cristo nos dirige a cada uno de nosotros estas palabras del Apocalipsis:
«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono».
Mientras muchos espectadores lanzan insultos contra Jesús, no faltan algunas mujeres que tienen el valor de llorar y lamentar la suerte del divino Condenado.
Podemos y debemos testimoniar que no hay solamente hostilidad e indiferencia, sino que cada persona es preciosa para Dios y amada por Él.
Oremos en esta estación por los perseguidos y asesinados a causa de la fe
En las Bienaventuranzas nos dice el Señor:
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
En el mundo, uno de cada siete cristianos vive en un país marcado por la persecución y la violencia, sufriendo opresión y discriminación y viviendo dramáticas experiencias, dando testimonio de su fe diariamente con valentía y heroísmo a pesar del terrorismo.
Nuestra ayuda a la Iglesia que sufre nos renueva en la cercanía a las comunidades cristianas en países donde ser minoría religiosa, en estos tiempos dramáticos, es, aún más que ayer, motivo de marginación y sufrimiento.
Pidámosle a Cristo Resucitado que interceda por nuestros hermanos cristianos perseguidos para que les fortalezca en la fe, especialmente en las dificultades y para que sigan siendo testimonio vivo del Evangelio.
Dios nuestro, que en tu misteriosa Providencia has querido asociar tu Iglesia a los sufrimientos de tu Hijo, concede a los fieles que sufren persecución a causa de tu Nombre, el don de la paciencia y de la caridad, para que puedan dar testimonio fiel y creíble de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En esta estación contemplamos las nuevas realidades familiares
El Papa Francisco nos ha dicho que no hay familia perfecta. Y que no hay matrimonio sano ni familia sana sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y la supervivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en una arena de conflictos y un reducto de penas.
Y por eso la familia necesita ser lugar de vida y no de muerte, el territorio de cura y no de enfermedad; el escenario de perdón y no la culpa. El perdón trae alegría donde la pena produjo tristeza, en la que el dolor causó la enfermedad.
Pidamos por nuestras familias y por las realidades dolorosa de cada una de ellas:
Con Jesús en esta estación nos comprometemos a disponer de un poco más de tiempo para vivir en familia.
Padrenuestro…
Oremos en esta estación por todos los encarcelados
Dice el Evangelio de San Mateo:
“Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, porque estuve preso y me vinieron a ver”
Jesús no abandona nunca a sus ovejas, sino que las protege y conserva, aun cuando estén privadas de su libertad. La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad.
Te pedimos señor por quienes están privados de la libertad, para que puedan encontrarte y dar testimonio de tu misericordia; y por los agentes de la Pastoral Carcelaria, para que –anunciando la Buena Noticia- sean instrumentos de acogida y reencuentro contigo.
Oh Dios, Padre todopoderoso,que en tu Hijo Jesucristo asumiste las llagas y los sufrimientos de la humanidad, hoy tengo la valentía de suplicarte, como el ladrón arrepentido: “¡Acuérdate de mí!”.
Estoy aquí, solo ante Ti, en la oscuridad de esta cárcel, pobre, desnudo, hambriento y despreciado, y te pido que derrames sobre mis heridas el aceite del perdón y del consuelo y el vino de una fraternidad que reconforta el corazón. Sáname con tu gracia y enséñame a esperar en la desesperación.
Señor mío y Dios mío, yo creo, ayúdame en mi incredulidad.
Padre misericordioso, sigue confiando en mí, dándome siempre una nueva oportunidad, abrazándome en tu amor infinito. Con tu ayuda y el don del Espíritu Santo, yo también seré capaz de reconocerte y de servirte en mis hermanos. Amén.
En esta estación queremos tener especialmente presentes a las víctimas de la delincuencia y la inseguridad
Oramos con el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos? Te invoco de día, y no respondes, de noche, y no encuentro descanso; y, sin embargo, tú eres el Santo, que reinas entre las alabanzas de Israel. No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme…se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme…”
Oramos con el Salmo 22:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos? Te invoco de día, y no respondes, de noche, y no encuentro descanso; y, sin embargo, tú eres el Santo, que reinas entre las alabanzas de Israel. No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme…se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme…”
Como el Salmista nosotros ponemos nuestra confianza y esperanza en Dios en el momento de la angustia, y nuestro grito de auxilio se transformará en cantos de alabanza. Que como verdaderos discípulos de Jesús podamos transmitir ese mensaje de amor a las víctimas de la violencia e inseguridad, que es el mayor bien que podemos hacer a ellas mismas, a la comunidad y a la paz social. Amén
Oramos en esta estación por las personas con discapacidad
Acompañamos en esta estación a María, Madre de Jesús que recibe en sus brazos el cuerpo de su Hijo. Él, como el siervo sufriente, llevó sobre sus espaldas nuestros pecados y por eso era diferente a los demás.
Le pedimos al Señor que nos hagamos cargo de las situaciones de marginalidad con fuerza y ternura. Que aprendamos a caminar con ellos y “ungirles” de dignidad para que participen activamente en la comunidad civil y eclesial.
Que tengamos el valor de dar voz a quienes son discriminados por su discapacidad. Y que sepamos asumir actitudes y acciones de solidaridad y servicio hacia las personas con discapacidad y hacia sus familias.
Que en cada uno de nosotros se desarrolle en esta Cuaresma el estilo de acogida hacia las personas con discapacidad.
Lo pedimos con María… Dios te salve María…
Acompañamos, en esta estación, a toda las personas que atraviesan el duelo por la pérdida de un ser querido
Dice el Señor en el Evangelio de San Juan:
“No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi padre hay muchas habitaciones; si no fuera así se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar volveré para llevarlos conmigo, así donde yo esté, estén también ustedes.”
Con la sepultura de Jesús el corazón de María y quienes la acompañaban queda sumido en las tinieblas de la tristeza y la soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la esperanza cierta de que su Hijo resucitaría, cómo El mismo había dicho.
Jesús resucitará en todas las situaciones humanas, sobre todo las vividas en esta pandemia. Nuestro consuelo está en la fe en Cristo Resucitado, sabiendo que un día nos reuniremos en la alegría del Reino de Dios, la Fe en la Resurrección es el consuelo más firme y profundo que podemos tener
Te suplicamos, oh Señor, que cures las heridas de nuestras almas.
Sánanos y purifícanos desde lo más profundo.
Haz que permanezcamos en oración constante hasta que llegue el momento que nos lleves a tu lado. Amén.
Hemos acompañado a Jesús en el Camino de la Cruz, orando el Vía Crucis.
Esta devoción debe transformar nuestra vida, debe ayudarnos a “renovar la fe, la esperanza y la caridad”.
Nos dice el Papa Francisco:
“En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo (…)
Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.”
Material tomado y adaptado del vía crucis 2021 propuesto por la Arquidiócesis de Córdoba
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