Evangelio según San Marcos 9,41-50

miércoles, 22 de febrero de
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Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.

 

Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.

 

Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


P. Sebastian García Sacerdote de la congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharam

 

 

 

 

 

Evidentemente este lenguaje Jesús es figurado y no lo tenemos que entender al pie de la letra. Lo tenemos que entender más bien en el plano de lo que son su Amor, su Ternura y su Misericordia: hay un Dios que quiere prevenirnos de que nuestra vida sea un infierno y que termine peor todavía. Y entonces nos hace a nosotros, justamente, para no caer en el escándalo, no escandalizar a otro y que nuestra fe no se pierda, hace que nosotros miremos, consideremos y examinemos nuestra vida de discípulo.

 

Es decir la lectura de hoy nos hace justamente no creer en Dios que genera temor y está esperando que nosotros nos equivoquemos para mandarnos al infierno, o un Dios que quiere que mutilemos parte de nuestro cuerpo a propósito para no seguir pecando, sino que quiere que nos metamos bien adentro de nuestra conciencia y en nuestro corazón, para ver cuáles son aquellas cosas que de verdad y en lo hondo, en lo profundo nos separaran del amor de Dios. Cuáles son las que vemos. Cuáles son las cosas que tocamos. Y cuáles son los caminos que nosotros andamos y que nos separan del amor de Dios. Cuáles son todas aquellas cosas que no tienen nada que ver con ese Sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros en el cual, justamente, cada uno de nosotros puede desarrollar, desplegando, descubriendo su propio originalidad.

 

El evangelio de hoy no se trata de cortar manos y pies o de arrancar ojos. El evangelio de hoy se trata de tener la valentía de poder mirar nuestra propia historia y nuestro propio corazón. Y con esa misma valentía pensar en las cosas que estamos haciendo y cómo está nuestra fe. Si somos o no somos indiferentes frente al sufrimiento del hermano, si pensamos solamente en nosotros mismos, cuáles son las cosas que anidan en nuestro corazón y si esas cosas se condicen con el ser discípulo; o si quizás estamos albergando otras cosas que nos separan, que nos aíslan, que nos distancian del Amor de Dios.

 

Hoy celebramos un evangelio que no es de condena sino justamente todo lo contrario: es un lindo evangelio para poner el corazón en remojo de la Misericordia. Es un lindo momento para mirar el fondo de nuestro corazón y a los ojos de la Ternura y de la Misericordia de Jesús poder ver la verdad en la que nosotros vivimos y la verdad en la que nos movemos. Poder analizar y reflexionar sobre las motivaciones que nos llevan a hacer lo que hacemos y luchar por lo que nosotros luchamos.

 

Hoy es un día privilegiado para que te tomes un tiempo, para que mires tu corazón, para que te sigas haciendo las grandes preguntas acerca del sentido de la vida, para que podamos romper juntos ese “cerco” del propio yo y darnos cuenta que hay un “nosotros” que todavía está por construir: un nosotros que nos hace sujeto colectivo, que nos hace comunidad y que nos hace Iglesia. Pensemos en aquellas cosas que tocábamos, que miramos, que caminamos y que nos aleja justamente del plan que Dios pensó para cada uno de nosotros y cortémoslas, dejémoslas definitivamente de lado. No trancemos con aquellas cosas que por ser Muerte, nunca, jamás nos van a permitir tener la misma Vida de Jesús.

 

Hermano y hermana te deseo un muy lindo jueves a la luz de este evangelio y te abrazo muy fuerte en el corazón de Jesús.

 

Radio Maria Argentina