Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”. Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: “¿Qué significa esto que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver’?. ¿Y que significa: ‘Yo me voy al Padre’?”.
Decían: “¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir”. Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: “Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: ‘Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver’.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.”
Palabra De Dios
P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharrám
El evangelio de hoy en el capítulo 16 de San Juan muestra casi como un punto de inflexión importante en todo lo que tiene que ver con la vida de la primera comunidad, de los primeros discípulos de Jesús. Hay como un ambiente de despedida en el que Jesús se va despidiendo muy de a poco; va dando las instrucciones finales; va dando como los “consejos finales” acerca del discipulado, el comportamiento y compromiso que tienen que tener aquellos que van a ser sus seguidores.
Sin embargo esto produce una gran nostalgia y una gran tristeza en la vida, en el sentir, en el ánimo, el corazón y en el alma de aquellas personas que lo están escuchando. Tanto que se ve que se provoca algún tipo de intercambio y Jesús, que conoce los corazones, y que también “ve” las miradas se pregunta acerca de lo que lo discípulos interrogan. Y aparece una lógica nueva. Es decir Jesús avisa, anuncia y proclama que él dentro de poco se va y que ya no lo verán. Y que esto va a traer alegría al mundo y que iba a traer tristeza a los discípulos.
Evidentemente Juan cuando habla del “mundo” no habla de la naturaleza o del mundo en general sino que habla de todo aquello que se contrapone al amor de Dios. “Mundo” tiene que ver con el hombre en su egoísmo, cerrado sobre su propio corazón, incapaz de compartir su propia vida y su propia libertad. “Mundo” es todo aquello que no tiene que ver con Dios, en el Evangelio de San Juan. Por tanto, este no ver más a Jesús para el “mundo, es decir para todo aquello que es egoísmo y todo lo que no tiene que ver absolutamente con Dios, es una alegría ¿no? “Nos sacamos un peso de encima” Esta persona que nos viene a hablar de la fraternidad, del amor, del Reino de los cielos, del compartir, de la libertad, de una religión de no cumplir mandamientos sino de amarnos los unos a los otros, dejar de escucharlo, dejar de escuchar también su predicación, dejar de escuchar todo lo que él viene diciendo y dejar de ver todo lo que él viene haciendo, para nosotros -dicen los hijos de tinieblas- es una gran ganancia. Sin embargo produce la tristeza de los discípulos.
Ahora Jesús anuncia su Pascua. Entonces el misterio de la Pascua que es el misterio de la Pasión Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo alterna las cosas. Después de la Pascua justamente se va a cambiar el espíritu de los discípulos. A tal punto que lo que antes era tristeza se va a convertir en gozo, se va a convertir en alegría, se va a convertir en vida renovada, incluso por la infusión del Espíritu Santo: que va a ser que la primera comunidad cristiana: un grupo de cobardes y de vacilantes, pase a ser la comunidad que iba a extenderse largo del mundo propagando con palabras y con obras, haciendo eco de la palabra del mismo Jesús. Y el “mundo”; ese mundo que es ese estado de cerrazón del corazón de los hombres, esas estructuras que oprimen y que generan marginación -que lo han hecho en el tiempo de Jesús y que también lo hacen hoy en día van- van a ponerse muy tristes, porque van a ver que la vida no puede matarse.
Llevándolo a nuestra día nos podemos preguntar: “Bueno… ¿cuál es nuestra Pascua? Cómo se dio. Cómo se sucede en nuestra vida también. Cómo fue la Pascua que tuvimos en nuestra vida aquella vez que que conocimos a Jesús por primera vez; pero también cómo es la Pascua nuestra de todos los días. Porque la Pascua fundamentalmente es el paso de la muerte a la vida. Es decir, donde hay muerte, viene Jesús y con su ternura y su misericordia toca y cambia corazones, transforma vidas, da nuevas esperanzas. Entonces de esa manera la muerte se convierte en vida. Si nosotros hoy estamos leyendo el evangelio, si estamos meditando este texto es porque no sentimos discípulos. Porque Jesús nos cambió la vida. Porque hemos tenido de alguna manera algún tipo de encuentro con él. Y nos sentimos salvados, redimidos, liberados por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo.
Entonces no nos podemos quedar de brazos cruzados. Lo primero que tenemos que hacer es agradecerle a Dios porque Jesús nos salvó. Porque nos sentimos no-parte del mundo sino bien metidos en el mundo para lograr en él, de la mano del Espíritu Santo la liberación dando testimonio de Jesucristo; de que el amor vence a la muerte, vence la oscuridad, vence la tiniebla. Incluso vence el pecado. Por tanto tenemos que compartirlo.
Hacer memoria de mi Pascua no es nada más y nada menos que también comprometerme en que haya Pascua para muchos más hermanos, que están viviendo situaciones de dolor, situaciones de oscuridad, de sufrimiento, de heridas, de opresión, de marginación, de mucha vulnerabilidad social. Somos nosotros los que tenemos salir el encuentro de ellos y ser también instrumentos de Pascua.
Porque de la misma manera que Dios me ama a mí, el amor que Dios me tiene me capacita. Y de alguna manera me exige que yo también me ponga en serio a amar a todos mis hermanos.
Hermano y hermana te deseo de todo corazón que tengas un lindo recuerdo de tu Pascua, que hagas memoria agradecida del paso de Dios por tu vida. Y que te arremangues, que te metas en el barro del día a día de todos los días, para desde tu lugar, desde tu estudio, desde tu trabajo, desde tus amigos, seas capaz de poder, aunque sea -por pequeña que sea- encender una llama, una llama Pascual, una luz Pascual que anuncie la Salvación a aquellas personas fundamentalmente que siente la vida y la fe más amenazada.
Que Dios los bendiga. Los abrazo muy, muy, muy fuerte en el Corazón de Jesús y si Dios quiere será hasta la próximo evangelio.