Evangelio según san Mateo 22, 1-14

domingo, 15 de octubre de
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Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

 

    El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: «Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas». Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

 

    Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren».

 

    Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. “Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?.” El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes». Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

 

Palabra de Dios

 


 

P Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Bethamran 

 

El evangelio de hoy nos presenta  una parábola que Jesús dirige principalmente a los fariseos y a lo Sumo Sacerdotes; pero que de alguna manera también nos puede venir bien a nosotros para pensar, para rezar, para poder reflexionar juntos, acerca de esta actitud frente al Reino y la Buena Noticia que Jesús trae.  

 

Jesús habla de una parábola que se trata de una boda y de los enviados que van a invitar a algunos “especiales”, algunos que habían sido seleccionados y que inmediatamente inventan una excusa o ponen una excusa, por la cual no pueden hacerse presente en ese momento al banquete, a la fiesta, al encuentro, al querer compartir la vida con los demás.  Y es realmente significativo porque nada está puesto al azar en el evangelio y ninguna palabra de Jesús tampoco está dicha porque sí.  Dice Jesús que la negativa de estos que no quieren ir y entrar a la fiesta tiene que ver con que algunos se van al campo; otro va ocuparse de su negocio; y por último están los que son los violentos, que agarran a los emisarios y directamente les quitan la vida. Llama poderosamente la atención por qué “campo”; “negocios” y los “violentos”… 

 

Yo creo que lo podemos entender en este marco: el campo viene de representar la seguridad, el confort, el tener para sí, el beneficio de lo propio. La persona que se va a su propio campo y no quiere seguir la invitación, no quiere darle curso al Reino en su vida y se va al campo es aquella persona que tiene el corazón cerrado y que se preocupa solamente por su propia vida. Le interesa solamente su propio bienestar  y está interesado solamente en que a él le vaya bien y algunos pocos quizás tengan que ver con él. Es quizás la representación clave de nuestra sociedad vertida en la búsqueda de seguridad, en la búsqueda y en esa también pretensión falsa de quería asegurarnos la vida acosta del tener y del “tener para mí”.  No es un tener que se abre y que se comparte con los demás sino de muchas veces viene a costa y explotando, marginando, a los demás. 

 

El segundo va a hacer negocios que son importantes porque cada negocio es lo que a uno le permite lucrar y con el lucro uno gana plata y ganar es a sacar ventaja y muchos piensan que tenían y no les interesó ni siquiera la vida y mataron a los emisarios. Tiene que ver con esas personas que piensan que la vida se compra y se vende. Tiene que ver con esas personas que piensan que la vida no vale. Tiene que ver con esas personas que alimentan Cultura de Muerte y que lo único que les interesa es el propio interés por encima del bien y del interés de todos y todas las demás: el Bien Común. Pesa más lo que yo quiero y busco que lo juntos como hermanos podemos alcanzar.  Entonces se genera eso: ni siquiera la vida vale. Ni siquiera se respeta la vida. 

 

Hoy nosotros podemos meditar este evangelio. ¡Cuántas personas hay en el mundo que están tan ocupadas en campos, negocios y violencia y muerte! Y cuántas necesitan de nuestro anuncio feliz, alegre y gozoso del Evangelio y también pensar en nuestra vida si no hay un poco de esto:  si a veces no buscamos o si ponemos como excusa para seguir a Jesús el hecho de tener que ir al campo para beneficio personal; el hecho de tener que negociar y sacar de un beneficio: “ganá siempre”, “elegí todo”; y también la violencia y la muerte no tienen que ver explícitamente con matar. Basta hablar mal de un hermano, basta no querer admitir la diversidad, no admitir que somos distintos, querer que todos piensen como yo o que toda la realidad sea a mí medida y como a mí me parezca para que inmediatamente se genere violencia. 

 

Hermano y hermana te deseo de corazón que tengas un domingo  lleno de luz, iluminado por el Corazón de Jesús y que a la luz del evangelio podamos ir creciendo en la fe y nuestro itinerario de discípulos misioneros. 

 

Oleada Joven