Evangelio según San Marcos 4,26-34

miércoles, 27 de enero de
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Jesús decía a la multitud: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!»

 

Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.»

 

 

Palabra del Señor

 

 

 

 


P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharrám.

 

 

 

Cuando Jesús se refiere en este evangelio a la lámpara, se refiere fundamentalmente a algo que tiene que ver con la divinidad; algo que tiene que ver con el anuncio de la llegada del Reino de Dios en medio de los hombres; con la Buena Noticia del Evangelio. Tiene que ver la trascendencia.

 

Por eso en el contexto también del Evangelio de Marcos surgen estas palabras de Jesús que a nosotros nos pueden parecer un poco obvias pero que en definitiva no dejan de ser un ejemplo de lo que se hace con una lámpara: la lámpara no se esconde. La lámpara no se mete debajo de un cajón o debajo de la cama: la lámpara se la coloca en lo más alto de una sala para que brinde su luz a todos y todos puedan ver. Se la coloca en lo más alto de una ciudad para que brille y sea punto de referencia.

 

Por eso cuando Jesús habla de la lámpara está hablando de todos aquellos que están escuchando sus palabras que no son otra cosa que el Evangelio, la buena noticia de Dios a todos los hombres. Porque también es importante entender que uno, en la medida en que va conociendo la Buena Noticia de Jesús, -el Evangelio de Jesucristo-, se va haciendo cada vez más seguidor del Evangelio, más seguidor de Jesús. Y esto de alguna manera compromete la vida. Compromete porque si yo escuché alguna vez hablar y mi corazón se va poco a poco enamorando de este mensaje de salvación y de liberación me voy haciendo responsable para poder comunicarlo también a los otros, a los demás, a mis hermanos.

 

Es decir está lámpara que brilla en lo alto y que no nació para ser escondida también es el corazón de todos los cristianos. Nosotros estamos llamados a ser lámparas. Nosotros estamos llamados a brillar. Todos estamos llamados a brindar luz en medio de tanta cultura de la muerte. Hoy lamentablemente vivimos en un contexto social donde parece que el reinando la violencia, en hastío, el vértigo y la vorágine, en este mundo que vomita cultura de muerte, donde se hace cada vez más difícil la esperanza, se hace cada vez más difícil el pensar la vida. Donde La fe y la vida muchas veces se ponen precio. Donde muchas personas piensan que se puede lucrar incluso con la vida misma. Esto nos desafía. Y nos desafía sanamente. Nos desafía porque nos invita justamente a ser luz. Es decir, es algo que nosotros lo recibimos por haber escuchado alguna vez la Buena Noticia de parte de Jesús e incorporarla en nuestra vida, hacerlo por convicción un sistema de vida permanente coherente con los valores del Evangelio y poder ponerla en práctica.

 

Y de esa manera, viviendo como cristianos, dar testimonio de nuestra fe a una cultura y a un mundo que muchas veces no quiere saber nada de Dios o que no quiere saber nada del sentido de la vida o que bien vive en permanente autorreferencialidad, mirándose el ombligo y generando necesidades de consumo que no tenemos. Hoy más que nada estamos invitados nosotros a ser luz que refleje la luz de Jesús. Y hacer una linda memoria de nuestro bautismo:  ese poder lo tenemos nosotros porque somos bautizados. Y el ser bautizado significa que yo me incorporé al pueblo santo, que es la Iglesia y por tanto soy también sacerdote, profeta y rey.

 

Entonces es mi misión también personal el de llevar esa luz a muchos hermanos que están privados de luz y también es mi misión comunitaria es, colectivamente, en Iglesia, vinculándome permanentemente con los demás y salir al encuentro de aquellas personas que más necesidad tienen en esta vida de recibir buenas noticias: sobre todo buenas noticias que tengan que ver con la salvación, con la liberación, con lo que nos trae Jesucristo; que es justamente un sentido definitivo y definitorio de nuestra vida.

 

Hermano y hermana en medio este enero caluroso te mando un abrazo muy grande en el Corazón de Jesús. Y que estemos donde estemos siempre podamos ser discípulos misioneros que anuncian la Buena Noticia de Jesús, y que sea esa buena Noticia alegría para todo el mundo.

 

 

 

Fuente: Radio María Argentina

 

 

 

Radio Maria Argentina