Nacer de nuevo, Señor, para verte
Hacerme niña para mirar con asombro la vida
Ser ternura cada día
Con la madurez que exige ser tu hija
mas con el corazón de niña
Dejarme caer en Vos con la confianza plena
de que siempre me sostendrás
Dejaré a los pies del pesebre mis tantos apegos
y mis muchos miedos,
Vos sabrás qué hacer con ellos, mi dulce Niño.
No sabré de maquillajes
que escondan mi fragilidad,
la llevaré a cara lavada
te lo diré con la mirada
y a veces también con palabras
que ando cansada, golpeada
o desilusionada
Y Vos que sos mi Padre
me sanarás con la mirada
y serán tus brazos mi refugio
y tu ternura mi consuelo
Una y mil veces, aunque doliente
me sabré viva
me sentiré amada
e invitada a salir
a jugarme la vida toda, una vez más
una y mil veces más.