En el marco de la Semana Laudato Si que se llevó a cabo del 16 al 24 de mayo pasado: una iniciativa global impulsada por el Papa Francisco para celebrar el quinto aniversario de la Carta Encíclica que profundiza en la necesidad del cuidado de la casa común. Y como nos hemos ido enterando en Radio María se anunció en su momento la encíclica, se abordó en el ciclo Enseñanzas del Magisterio de la iglesia sobre “Innovación biológica a partir de la investigación”. Se expuso a movimientos de jóvenes en Argentina contra el cambio climático y se charló sobre las actividades en Argentina en el marco de la semana Laudato Si. Mejor tarde que nunca y por ello traigo dos recomendaciones, una película y un documental muy ligadas a esta encíclica sumamente importante y con tanta riqueza en nuestro tiempo.
Esta película fue parte de un debate organizado en el marco de la semana Laudato si en argentina.
Se trata de una película británica, ópera prima del director y actor de la misma, Chiwetel Ejiofor, mundialmente conocido por protagonizar la película que le valió una nominación al Oscar a mejor actor por “12 años de esclavitud” (2013). Es original de Netflix y se estrenó en la plataforma en enero de 2019. De género dramático basado en la historia real de William Kamkwamba plasmado en su libro autobiográfico de nombre homónimo y que luego fue adaptado al cine.
Sinopsis: William es un adolescente, para quien sus padres quieren lo que ellos no han podido tener, una buena educación. Sin embargo, la pobreza se convierte en un obstáculo casi insalvable. Cuando la hambruna golpea Malaui la vida se va complicando para toda la población. Violencia, robos y hambre amenazan la vida. Sin embargo, William ha encontrado en los libros y en su observación de la realidad que le rodea el indicio de algo que puede salvar a su familia: el viento se puede convertir en electricidad. Solo hay que saber cómo hacerlo.
Es una película muy inspiradora, emotiva, cautivadora y con gran profundidad en las tradiciones rurales del continente africano. Se plantean en ella varias realidades, muy bien desarrolladas que conectan directamente con la encíclica. En ella convergen inteligentemente las temáticas sobre el problema ambiental con la deforestación indiscriminada, los beneficios del reciclaje, la ecología, la crisis económica y social, la pobreza, la educación, las tradiciones culturales, las relaciones humanas familiares, civiles y con los antepasados. Lo que la hace una película digna para analizarla detenidamente en un ámbito educativo.
Dentro del contexto del cuidado de la casa común, trazando puntos en común entre las recomendaciones, esta historia representa una porción geográfica muy precisa, en paralelo con la siguiente recomendación.
Es un documental del año 2009 como para comprender a modo general sobre el problema ecológico y ambiental en el mundo y el por qué de la necesidad del cuidado de nuestra casa común. La fotografía es de lo mejor, se desarrolla la problemática con unos espectaculares encuadres en diferentes partes del mundo con grandes planos generales muy bien equilibradas, sin desperdicio. Al verla veremos cómo la Carta Encíclica del Papa Francisco tiene una fuerza profética incalculable. Y si bien una gran parte del documental son noticias desalentadoras en realidad cuenta una gran esperanza, imperdible de ver. Entre paréntesis hago referencia sobre el comienzo del documental a las palabras del Padre Omar Quinteros en una entrevista en Radio Maria en 2018. El documental se encuentra disponible en youtube.
«La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin ‘unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria’. Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea.» (Laudato Si’ 216)
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