Quisiera verte Jesús
cada día y a cada hora.
Quisiera reconocerte y amarte
Morir de una vez y para siempre
a tanto egoísmo infecundo
a todo cálculo sinsentido
Quisiera, Señor, servirte sin escatimar
sin medias tintas
sin dudar entre mi comodidad y tu cruz
Quisiera, Señor, reconocer
dónde habitas, dónde lloras,
dónde gimes, dónde me esperas
y gastarme allí mirándote con ternura,
abrazándote sin tiempo
Gastar allí mis horas y mis fuerzas,
morir a mis planes, a mis proyectos
que llevan el ‘yo’ como bandera
y decirte:
“Si para esto he venido, para esta hora,
Padre, glorifica tu nombre”.
Quisiera yo también, Señor,
vivir y morir con el corazón en la mano.