Vayan “…y que la panza les quede verde de mate”

miércoles, 13 de febrero de
image_pdfimage_print

13/02/2019 – El obispo mártir Enrique Angelelli invitaba a los suyos a salir a compartir, a caminar y no volver hasta ” que la panza les quede verde de mate”. Es lo que hacen cientos de misioneros durante el verano en diferentes puntos de la Argentina. La mayoría, son jóvenes.

Hoy recibimos a Martín quien nos relata sus días de misión al sur:

 

Mi nombre es Martin Pérez Santellán, tengo 26 años y soy de Coronel Pringles. Actualmente, y desde Marzo de 2018, estoy viviendo en Bahía Blanca, en “Casa Emaús”, haciendo un discernimiento vocacional Salesiano.

En el 2011 hice mi primera experiencia de misión en un pueblo llamado Indio Rico, con el grupo misionero Karol de Pringles, y a partir de ahí empecé a encontrarle otro sabor a esto de vivir la Fe. Las distintas misiones y encuentros con la gente que fuimos viviendo fueron experiencias tan trasformadoras que repercutieron en las opciones de vida de muchos de los misioneros. En mi caso, luego de esas vivencias, decidí cambiar de carrera y empezar a estudiar Trabajo Social, algo quizás más relacionado y comprometido con la realidad de la gente.

Actualmente, como propuesta de “Casa Emaús”, nos ofrecieron hacer durante todo Enero distintas experiencias de apostolados. A mí me propusieron, entre otras cosas, ir de misión por diez días con el grupo “MDT” del Colegio Don Bosco de Bahía. Con ellos fuimos a Valchetta (Rio Negro) y a parajes cercanos al pueblo.

A modo personal, las experiencias más significativas fueron las visitas en el paraje Chipauquil. A la que concurrimos 4 misioneros, con muy pocas provisiones y confiando a Dios esos encuentros.

En ese paraje viven aproximadamente 15 familias. Ahí, durante todo el día visitábamos gente. Las distancias eran muy largas y caminábamos casi 2 horas para llegar a una sola familia. En esos encuentros nos recibían con mucha apertura; y entre mate, cartas y tortas fritas se daban charlas muy interesantes. Al volver de cada visita, teníamos un largo camino por recorrer, donde compartíamos la vida. Y ahí sentíamos que el corazón ardía por haber reconocido a Dios en la serenidad y sencillez del compartir.

Por la noche, antes de dormir celebrábamos con Jesús Eucaristía, y compartíamos la Palabra. Rezando descubríamos que en ese ir de visita, Dios nos primeriaba, y nos salía al encuentro.

Otro regalo que conmueve y motiva, fue habernos encontrado con Esteban Laxague (Obispo de Viedma) haciendo la opción de ir a visitar a los últimos, a los olvidados, a aquellos de quienes nadie se acuerda…

En síntesis, la misión es encuentro con el Dios Amor, que no se deja ganar en generosidad. Uno termina cansado pero con la alegría y el corazón agradecido por ser llamados a la misión y por tener la posibilidad de ser testigo de Su presencia entre la gente.

Para terminar hago propias unas palabras de Angelelli que creo definen muy bien lo que es la misión…

“Vayan, llénense los pies de tierra y que la panza les quede verde de mate conversando con la gente, queriendo a la gente y descubriendo en la gente, porque en la gente está el poder, porque ése es el poder que vale, el poder que da vida, el poder del pueblo que se pone de pie, que es capaz de luchar por su libertad. La materialidad de la vida para ser libres…”