El Papa pidió por un año sin pena de muerte

lunes, 22 de febrero de 2016
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22/02/2016 – Después del rezo del ángelus, del segundo Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco reiteró su anhelo de que se impulse la abolición de la pena de muerte. En la víspera de un encuentro internacional sobre este tema, en la capital italiana, el Obispo de Roma dirigió un llamamiento a las conciencias de los gobernantes, en especial a los católicos, en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia:

Mañana tendrá lugar en Roma un encuentro internacional sobre el tema: ‘Por un mundo sin la pena de muerte’ promovido por la Comunidad de San Egidio. Deseo que el simposio pueda dar un renovado impulso al compromiso en favor de la abolición de la pena capital. Es un signo de esperanza ver que se desarrolla y difunde cada vez más en la opinión pública  una posición contraria a la pena de muerte, también como instrumento de legítima defensa social. En efecto, las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen, sin quitarle definitivamente a aquel que lo ha cometido la posibilidad de redimirse. El problema se debe enfocar en la perspectiva de una justicia penal, que sea cada vez más conforme a la dignidad del hombre y al designio de Dios sobre el hombre y sobre la sociedad,  y también a una justicia penal abierta a la esperanza de la reinserción en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’ tiene valor absoluto y se refiere tanto al inocente como al culpable.

El Jubileo extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de toda persona. También el criminal mantiene el inviolable derecho a la vida, don de Dios. Apelo a la conciencia de los gobernantes, para que se alcance un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte. Y propongo a cuantos entre ellos son católicos que cumplan un gesto valiente y ejemplar: que no se ejecute ninguna condena a la pena de muerte en este Año Santo de la Misericordia.

Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados hoy a obrar no solo en favor de la abolición de la pena de muerte, sino también con el fin de mejorar las condiciones de reclusión, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de la libertad».

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“La visita a México una verdadera Transfiguración del Señor”

Francisco durante el ángelus también hizo un balance de su visita a México, y lo comparó con la Transfiguración de Jesús que el texto del evangelio de ese domingo invitaba a contemplar.  “El Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través del cuerpo de su Iglesia, de su Pueblo santo que vive en esa tierra”. “Un cuerpo tantas veces herido un Pueblo tantas veces oprimido, despreciado, violado en su dignidad”, añadió.

Destacó la visita que realizó a la Virgen de Guadalupe, ante la cual pudo rezar a solas y agradeció el testimonio de las familias y los jóvenes porque ayudarán a toda la Iglesia.

El Papa también aseguró que los diversos encuentros que allí mantuvo estuvieron llenos de luz, “la luz de la fe que transfigura los rostros y aclara el camino”.

Pero sin duda uno de los más importantes fue su visita al Santuario de la Virgen de Guadalupe. “Permanecer en silencio ante la imagen de la Madre era lo que ante todo me propuse, y doy gracias a Dios que me lo ha concedido”. “He contemplado y me he dejado mirar por Aquella que lleva impresos en sus ojos la mirada de todos sus hijos, y recoge los dolores por las violencias, los robos, los asesinatos y los abusos que hacen daño a tanta gente pobre, a tantas mujeres”, dijo Francisco.

“Guadalupe es el Santuario mariano más frecuentado del mundo”, subrayó. “De toda la América van a orar allí donde la Virgen Morenita se mostró al indio San Juan Diego, dando inicio a la evangelización del continente y a su nueva civilización, fruto del encuentro entre diversas culturas”.

El Papa Francisco explicó que precisamente esta “es la herencia que el Señor ha entregado a México: custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo, manifestar la armonía de la fe común, una fe firme y robusta, acompañada de una gran carga de vitalidad y de humanidad”.

El Santo Padre también recordó antes de rezar el Ángelus que al igual que sus predecesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI, “también yo fui a confirmar la fe del pueblo mexicano, pero al mismo tiempo a ser confirmado” y “he recogido a manos plenas este don para que vaya en beneficio de la Iglesia universal”.

Francisco puso de ejemplo a las familias mexicanas, que “me acogieron con alegría como mensajero de Cristo, Pastor de toda la Iglesia”. Al mismo tiempo, “me han donado testimonios claros y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transfigura la vida, y esto para edificación de todas las familias cristianas del mundo”. El Papa aludió a que también dieron el mismo ejemplo los jóvenes, consagrados, trabajadores y detenidos en la cárcel.

“Por ello, doy gracias al Señor y a la Virgen de Guadalupe, por el don de esta peregrinación”.

Fuente: AciPrensa y Newsva