“Aunque podamos ser sometidos a la más dura crítica y grosería, jamás silenciaremos nuestra palabra en defensa de la verdadera fe cristiana” Mons Angelelli

lunes, 6 de agosto de 2018
image_pdfimage_print

06/08/2018 – A 42º años del martirio del obispo Enrique Angelelli, el sábado 4 de agosto, como parte de los festejos de la fiesta de los mártires riojanos, una multitud participó de la misa en la Catedral de La Rioja transmitida por Radio María para toda la Argentina.

Allí Monseñor Marcelo Colombo, quien se despide como obispo de La Rioja y parte a la Arquidiócesis de Mendoza, tomó las mismas palabras de Angelelli para hablar del pan de Vida, de las críticas infundadas al actuar de la Iglesia (en tiempos del obispo mártir y también en el actual).

También, Monseñor Colombo dedicó una parte de su homilía para hablar a los jóvenes, tomando palabras del próximo beato: “Prepárense para que sepan siempre dar razones: por qué vivir, por qué creer y por qué esperar. No se marginen de la historia. Sean protagonistas de una nueva Rioja según el Evangelio.”

 

 

 

Mis queridos hermanos,

Una vez más esta Iglesia Catedral y Santuario de San Nicolás de La Rioja nos recibe como Casa de Oración para estrecharnos en torno a la Eucaristía y celebrar la vida de nuestros mártires, Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao.

Hoy especialmente, el testimonio de Mons. Angelelli compromete la mirada de nuestro corazón para evocarlo y asumir su mensaje como un legado sagrado que interpreta y alienta el seguimiento de Jesucristo como parte de su Iglesia.

Resulta para mí particularmente intensa la vivencia de estos días en que me apresto a partir de La Rioja para asumir una nueva misión en Mendoza. Sentimientos encontrados de sabor agridulce me acompañan mientras digo adiós a esta amada Rioja. Pero no puedo sino agradecer a Dios cuanto me ha permitido vivir junto a Uds. en el camino del reconocimiento eclesial de la vida, el ministerio y el martirio de Mons. Angelelli. El buen Pastor Jesús nos visitó con su paso por estas tierras y nos honró con una entrega ejemplar que escapó y escapa a la mirada de los poderosos, de los omnipotentes, de los que se sienten dueños de esta Patria que Angelelli soñó como una tierra de todos.

 

1 -Cristo, Pan Vivo que nos sacia

Dios no quiere que sus hijos pasen hambre. A Israel le da un pan sencillo y cotidiano que les consintió la larga marcha por el desierto sin desfallecer. A nosotros, nos dio a Jesucristo, su Hijo para que tuviéramos vida, vida en abundancia. El hambre del pueblo de Israel desafió la providencia misericordiosa de Dios quien acudió para saciarlo. Si Él había creado la tierra para todos, nadie podría quedar sin su alimento.

A la muchedumbre en torno a su Palabra, a los Apóstoles y a nosotros, Cristo nos alimenta más allá de lo transitorio, de lo provisional, de lo pasajero. Él es el Pan Vivo bajado del Cielo, quien lo come, vivirá eternamente. Sacia cuanto el hombre experimenta como una necesidad del Absoluto, de aquel Amor que no defrauda…

El encuentro personal con Cristo, Pan Vivo, es parte esencial del ministerio sacerdotal que hoy celebramos y constituye el horizonte de nuestra misión evangelizadora para que todos los hombres lo conozcan, lo amen y encontrándose ellos a su vez con el Señor, lo sirvan en sus pobres y necesitados.

Comentando estas lecturas decía un día como hoy, hace exactamente 45 años Mons. Angelelli: “Debemos, por tanto, vivir en estado permanente de éxodo, en permanente actitud serena e interiormente joven en la mente y en el espíritu. Dios no quiere que seamos interiormente viejos, arrastrando rutinas y sin esforzarnos por cambiar de actitud. Cristo nos dice que lo que quiere el Señor es esto: que creamos en el que él mismo nos ha enviado y que se llama Jesús, que es el pan de vida, verdadero pan del cielo.” (Homilía del domingo 5 de agosto de 1973)

 

2- Angelelli y los jóvenes: Apostar fuertemente al compromiso con la Vida

En este año en que la Iglesia nos invita a considerar la relación de los jóvenes con la fe y el discernimiento de la vocación, celebramos los 50 años del comienzo del ministerio pastoral “riojano” de Mons. Angelelli. Todos sabemos cuánto amó a los jóvenes y de qué manera a lo largo de toda su vida, pero especialmente en aquellos años riojanos, los jóvenes constituyeron una preocupación central de su pastoreo. Cuando veo la extraordinaria calidad humana de la juventud que tenemos en La Rioja, el noble porte de los dirigentes de nuestra pastoral juvenil, no me resulta difícil entrever cuánto haya pensado y sentido Mons. Angelelli de cara a los desafíos de la época. Para él se trataba de darles participación y considerarlos verdaderos protagonistas de un tiempo nuevo para la Iglesia y para el mundo:

“Ustedes tienen en sus manos un presente preñado de dolores y esperanzas. Tienen una Rioja que hay que rehacerla siguiendo las más puras tradiciones de los mayores. No renieguen del pasado pero disciernan todo lo positivo y lo negativo que heredan. Construyan un futuro mejor. Ustedes son la primavera del pueblo, nunca pierdan la juventud de la mente y del corazón. No envejezcan nunca la inteligencia ni maten el corazón con el egoísmo. Prepárense para que sepan siempre dar razones: por qué vivir, por qué creer y por qué esperar. No se marginen de la historia. Sean protagonistas de una nueva Rioja según el Evangelio.” (Homilía en la fiesta de San Nicolás, 1ro de julio de 1973)

Los jóvenes tienen a su favor el tiempo y la particular situación de vida en que se encuentran. A esa edad, todo es ilusión, futuro, posibilidad. Los límites no parecen invencibles y se les antojan vencibles, superables, minúsculos de frente a las ganas, a la pasión que brota del corazón en ese momento de la vida.

Por eso, nos toca como adultos velar para que puedan tomar su lugar en la vida de la Iglesia y de la sociedad, que no sean rehenes de quienes buscan servirse de ellos y beneficiarse de su inexperiencia y luchar por la efectiva igualdad de oportunidades que los anime a comenzar a pesar de todo lo que aparezca como imposibilidad.

De ellos nos dice Monseñor Angelelli: “Seguirán siendo vigías y profetas de un proceso que reclama cambios profundos, los pobres y los jóvenes. Son los más débiles; los que no tienen nada que perder; los que aún tienen el corazón limpio, y pueden ver más lejos que los inmediatos intereses de quienes ya tienen demasiado satisfecho el corazón con el dinero, el poder y el placer desordenado.” (Homilía del 15 de julio de 1973)

3- Angelelli y los poderosos, antes y después de la declaración de martirio

Cuando veo mancillar groseramente su ministerio pastoral entre nosotros, cuando reaparecen los profetas del odio que en su omnipotencia se sienten dueños de este país, cuando creíamos que la democracia era fuerte para que no volvieran a insinuarse los ideólogos de la seguridad nacional, suenan clarividentes estas palabras que se referían a las críticas infundadas de entonces y enjuician a las trasnochadas, anacrónicas e irreverentes de hoy:

“Quizás no descubramos que con nosotros va caminando Jesús, haciendo la historia con nosotros, esta historia concreta, la riojana, la argentina. Entendemos, entonces, por qué decimos que no debemos bajar las manos. Sigue difícil el camino. Quizás oiremos muchas cosas agraviantes, esto se llama, en cristiano, camino de la cruz. Quizás esperábamos que (…) ya estaba todo conseguido, que podíamos respirar aire puro, que seríamos respetados y no perseguidos, que seríamos convocados y no sospechados de peligrosos o infiltrados, quizás creíamos que todos éramos ya hombres nuevos. Y no es así, porque lo que es meta a alcanzar sólo se la logra con un corazón lleno de esperanza; y que el camino se hace con esfuerzo, sin claudicaciones y no dejarse engañar con inmediatismos ni con falsas ilusiones.” (Homilía del 15 de julio de 1973)

“Ahora bien, no les llame la atención que existan hermanos nuestros, que traten de hacer aparecer a la Iglesia Diocesana como enemiga de su pueblo, que traten de reducirla al silencio para que no anuncie el Evangelio o predique un Evangelio sin referencia a la vida concreta de nuestro pueblo, parecería que solamente conciben a la Iglesia encerrada en la sacristía. Estas cosas ya están perimidas y pertenecen a un pasado que en personas cultas no se concibe. Aunque podamos ser sometidos a la más dura crítica y grosería, jamás silenciaremos nuestra palabra en defensa de la verdadera fe cristiana y felicidad de nuestro pueblo.” (Homilía del 22 de julio de 1973)

Hermanos, el 8 de junio el Papa Francisco nos invitaba a celebrar el martirio de los testigos riojanos. Cuando llegue el momento de la beatificación, seguramente el próximo año, ya se habrán dado los pasos de la organización de esa gran fiesta en que la diócesis acogerá a hermanos de todo el país que vendremos a unirnos a esta alegría. Para entonces, la espiritualidad y la liturgia en una misma dirección nos permitirán vivir y vibrar en un acontecimiento que fortalecerá a la comunidad cristiana en la contemplación de la buena nueva del Reino de Dios presente en sus mártires, Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao.

Dios bendiga a La Rioja, a sus comunidades, a sus familias, a sus jóvenes, a sus pobres. Que ella se renueve a la luz del testimonio de quienes la sirvieron hasta derramar su sangre por puro amor.

 

La Rioja, 4 de agosto de 2018

+Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo