07/01/2023 – Marcelo Ruiz inició y coordina el proyecto Ruaj en Córdoba, la filial de la Fundación Los Espartanos que desarrolla su actividad en base a la práctica del rugby en la cárcel de Bouwer. Un centenar de internos participa del equipo de Ruaj y buscan, a través del deporte y la espiritualidad, conseguir un trabajo cuando terminen su condena. “En el año 2012, empezamos a trabajar con un sacerdote en el penal llevando la Palabra de Dios. Fueron pasando los años y de a poco tomaba fuerza este desafío, veíamos que muchos hermanos salían en libertad y al poco tiempo volvían a caer presos. Faltaba la disciplina, el trabajar en equipo , pero no le encontrábamos el formato para el cambio a hombres nuevos de los chicos que salían en libertad. Viajando a Bouwer, providencialmente, me llegó el testimonio de Eduardo “Coco” Oderigo, de todo el trabajo que realizaban los Espartanos en el penal de San Martin de Buenos Aires. Pensaba que habiendo jugado en el club el Tala hacia varios años atrás, porque no hacerlo en el penal de Bouwer. Así que buscamos la forma de contactarnos y a los pocos meses ya pertenecíamos a la comunidad espartana.
“Arrancamos en el año 2016 y el crecimiento fue importante, para que autoridades penitenciales y el Ministerio de Justicia de Córdoba empezaran a apoyarnos y a creer en este sueño. Se armó un gran equipo de voluntarios, que cada uno desarrolla diferentes actividades, coordinación, tutores, entrenadores y asistentes sociales. El gran desafío era volver a encontrarlos en la calle como hombres nuevos”, manifestó Ruiz. “En el año 2019 se realiza en Bouwer el primer encuentro intercarcelario, en el que participan cuatro penales de Córdoba. La pandemia nos hizo retroceder, pero en el año 2021 volvimos con mas fuerza y con nuevas ideas. Fue fundamental el apoyo de muchas instituciones que hoy apoyan a Ruaj y nos ayudan a conseguir fuentes de trabajo. Hoy tenemos becados al cien por ciento en la Universidad Siglo 21 a uno de nuestros Ruaj , en la carrera de abogacía. El año pasado también se recibieron dos chicos como gasistas y electricistas matriculados. Esos son nuestros más grandes logros”, agregó Marcelo.
La iniciativa tiene tres pilares fundamentales: el deporte, la espiritualidad y el estudio. El Rugby les brinda la disciplina que se necesita para trabajar, la religión un motivo para no caerse y el estudio las herramientas para entrar al campo laboral. Ninguna está exenta de la otra, para poder jugar hay que estudiar o hacer un oficio. Ruiz es el impulsor y coordinador general del Ruaj. Con 61 años y un pasado en el Tala Rugby Club, se dedica voluntariamente a llevar adelante este proyecto que cuenta con la participación de 100 internos. “Estos chicos se han caído toda su vida y se volvieron a levantar. El rugby se trata de eso: la vida te ‘tacklea’ y hay que volverse a levantar, hay que seguir para adelante y trabajar en equipo, sin abandonar a los compañeros”, resaltó Ruiz.
Proveniente de la industria química, Ruiz comenzó a ir al penal acompañando al sacerdote que brindaba charlas espirituales a los internos. Dos meses antes de recibir el llamado de “Los Espartanos” para comenzar el proyecto de la filial en Bouwer, había leído una nota que explicaba la historia de ese equipo, surgido en la Unidad 48 de San Martín, en Buenos Aires. “Siempre digo que fue Dios quien me dijo que venga”, se sinceró. Tras una década de trabajo, los resultados de la iniciativa están a la vista: mientras la reincidencia en el delito en Argentina es de un 70%, entre los internos que son parte del Ruaj, es de solo el 7%. Parte de ese éxito, se basa en el acompañamiento que se les brinda a través de la asignación de tutores que hacen un seguimiento personalizado de quienes han obtenido la libertad y de un período de prueba de tres meses durante el cual se busca que se adapten al trabajo en la empresa designada.
“Ahí ves su relación laboral, si realmente tienen ganas de cambiar, si realmente cumplen las expectativas e intentamos reubicarlos en muchas empresas que están interesadas en ayudar”, explicó Ruiz. Los cambios en los internos se dan con el ejemplo, “haga frío o calor, nosotros siempre estamos ahí para recibirlos”, comenta y sostiene: “El abandono lo han tenido siempre estos chicos, la mayoría ni siquiera ha tenido posibilidades”. Por eso, cuando los lunes llegan al entrenamiento, les agradecen la dedicación, logrando que entre entrenadores y jugadores exista “una relación sana”, afirma el coordinador. La disciplina es el aporte fundamental del rugby en la “reeducación” de los presos. El capitán se elige en base a la asistencia, al comportamiento y a la lealtad con el grupo. Además, el escudo y el nombre fue elegido por ellos mismos: Ruaj significa “soplo de Dios”. “La camiseta es un símbolo de obtención y sacrificio”, remarcó Ruiz.
No obstante, aclara que los presos tienen que cumplir “hasta el último segundo” de su condena para que “cumplan con la sociedad”. “Nosotros les damos algunas herramientas para que justamente haya una confiabilidad para los que van a tomar una persona que estuvo presa, de que no van a caer en la misma situación”, puntualizó. Las personas que recuperaron su libertad son consideradas “embajadores”, ya que son los que abren las puertas a los que aún están presos y buscan una nueva oportunidad para reinsertarse en la sociedad. “Si nosotros no podemos brindarles esto, las cárceles van a ser cada vez más grandes”, asevera. Y concluyó: “En una población de seis mil presos en Bouwer, nosotros estamos hablando de que tenemos solo a 100 que participan en el proyecto. Nuestra idea es tener en algún momento, por lo menos 500 internos, para poder lograr un cambio mayor”.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Ángel Rossi, estuvo presente a fines del año pasado en el evento que se realizó en la cárcel de Bouwer, en el cual se reconoció a más de 50 presos que son parte del proyecto Ruaj. La ceremonia contó, además, con la presencia de las autoridades del servicio penitenciario, la secretaria de extensión de la Universidad Siglo 21 y los entrenadores del equipo de rugby. El arzobispo se hizo cargo de bendecir los certificados que se les entregó a cada uno de los internos que participaron del proyecto en este 2022. “Lo de ustedes es un testimonio de la posibilidad de no quedar encerrados en nosotros mismos, sino salir de uno mismo, saber que no estamos solos, que hay equipo y eso nos hace mucho bien”, expresó ante la atenta mirada del auditorio. Por su parte, les dijo a cada uno de los internos que están “manifestando que queremos ir hacia delante y que no estamos solos y que finalmente el partido de la vida ante Dios esta ganado”. “El rugbier es el que tengo al frente, no es un enemigo, sino un rival y también se convierte en un compañero cuando juega al lado mío y eso también nos hace bien”, dijo monseñor Rossi.