La Filosofía de la lentitud: En búsqueda del equilibrio

martes, 26 de octubre de 2010
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Vivimos en la era de la velocidad. El mundo que nos rodea se mueve con más rapidez de lo que jamás había hecho. Nos esforzamos por ser más eficientes, por hacer más cosas por minuto, por hora, por día…pero hay un movimiento mundial que defiende la lentitud que se abre paso en cocinas, barrios y hasta ciudades y promueven una vida “slow” www.chittaslow.e

 

¿Cómo es nuestra relación con el tiempo? El precio que pagamos por someternos a la urgencia es muy alto.EL MOVIMIENTO SLOW FOOD busca equilibrar esta era de la velocidad que está trayendo consecuencias tan nefastas en la salud de todos y al mismo tiempo con repercusiones políticas, sociales, económicas

Esta filosofía surge en Italia con Carlos Petrini. Un movimiento que comenzó inicialmente con el arte de cocinar y comer bien y saludablemente, pero que se ha ido extendiendo a otros aspectos de la vida. Imaginemos por ejemplo lo que es la educación de los niños cuando esa educación es pausada, cuando se tiene tiempo para estar con ellos.…………..

 

Entrevista a Lola Puig es impulsora , hace proyectos de alimentación ecológica, es cocinera y tiene un restaurante.

Y la comida slow se propone no solo hacerse un tiempo para cenar, almorzar o al menos hacer una comida al día como corresponde sino que además tiene una serie de connotaciones sociales, económicas y hasta políticas a partir de lo que es una buena mesa

 

-GL: ¿cuáles son los principales criterios que podríamos enumerar y compartir como propios del movimiento slow en materia de alimentación?

L: lo que estamos trabajando es alimentos limpios, buenos y justos. Limpios desde el punto de vista de químicos y de sustancias modificadas genéticamente, es decir, que el alimento que entre en nuestro cuerpo esté libre de fertilizantes, insecticidas, bactericidas, y también de conservantes, colorantes, toda esa química que se añade a veces a la alimentación y que no ayuda para nada a nuestro cuerpo. Buenos en el sentido de sabor, textura. Y justos desde un trabajo de justicia social que hay por detrás.: que no ha habido ninguna explotación de ningún tipo desde el campo hasta el plato, y de que llegue con el precio justo.

 

GL: ¿cómo hacen para adquirir estos alimentos sabiendo que cumplen todas estas condiciones?

L: sobre todo conociendo al productor: que piensa y cómo trabaja

 

GL: cuando hablás de alimentos limpios uno piensa en primer lugar en las verduras y frutas. ¿qué hay con los productos enlatados, con los condimentos y con las carnes?

L: con las carnes: los animales que entran dentro de este movimiento son animales con una alimentación muy limpia, que viven en lugares espaciosos, que no tienen stress en su proceso de crecimiento, que sean razas autóctonas, es decir que se adapten al lugar, porque cuando hacemos mezclas o hibridaje no siempre se adaptan al lugar y al clima y es entonces cuando necesitan mas químicos para poderse dar. Incluso que cuando se mata al animal, sea de forma que no se estrese, porque en ese caso segrega toxinas y esas toxinas las comeremos nosotros al comer el animal y estaremos estresados nosotros en una parte por esas toxinas. Otra es que los animales no estén vacunados porque a través de las vacunas nos entran muchos metales pesados –aluminio, mercurio- que nos afectan directamente.

 

GL: Uno imagina que esto aumenta el costo del producto, porque por ejemplo, criar un pollo de esta manera lleva el doble o triple de tiempo que si se lo cría con hormonas, hacer huerta con el riesgo de que algún tipo de peste o plaga que afecte a la verdura y arruine su producción… ¿cómo hacen entonces estos productores para competir con los costos de la industria alimentaria característica del mundo en que vivimos lleno de químicos, vertiginoso para producir

L: tenemos que tener en cuenta que un productor debe ser bien pagado para ganarse la vida y seguir produciendo, y nosotros como consumidores tenemos que tener en cuenta al momento de comprar este tipo de productos, aunque tengan precios más elevados –aunque no siempre es así-, nos estamos ahorrando toda la química que tenemos que poner en nuestro cuerpo para eliminar la química que adquirimos con una mala alimentación, porque nos enfermamos). Además nos ahorramos tiempo de estar enfermos, que también es dinero. Además, si compramos directamente al productor, si compramos de temporada, y si compramos de nuestra zona, no siempre nos van a salir más caro. Muchas veces, todo lo contrario.

 

GL: La vertiente alimentaria del movimiento slow en todo el mundo busca también alimentos artesanales que están en vías de extinción, y ha rescatado con un éxito increible para los principales gourmetes y cheff de todo el mundo, aproximadamente 130 exquisiteces que estaban desapareciendo. ¿qué criterios usan y cómo se enteran cuando están por desaparecer por falta de demanda, de consumo, algunos alimentos sumamente ricos en propiedades nutricias?

L: sobre todo, la gran fuente de información es la gente mayor. Aquellos que te dicen ‘aquí había una semilla de un cereal que…’ entonces buscamos esta semilla en esos lugares e iniciamos la reproducción de esos cereales, legumbres, razas autóctonas. Hay gente especializada en eso, los productores se dedican a eso. Al encontrarnos con algo de eso, nuestro movimiento lo que hace es “apadrinar” ese producto y ahcerlo valuar. Es un concepto de proteccionismo. Y desde la cocina, cuando ya hay bastante producto como para darlo a conocer al consumidor, lo que hacemos es estimular la producción, cocinarlo y darlo a probar a través del restaurante.

 

GL: Por lo que sé, esto está bastante extendido en Europa, pero en lugares donde es demasiado incipiente y hay personas interesadas en adherir a esta filosofía de vida: consumir alimentos orgánicos, ricos, nutritivos, saludables, de precios justos, ¿cómo hacen?

L. Hay una página en Internet que es slow…internacional. Desde allí le van a conectar con el grupo de gente que tengan mas cercano para que puedan conocer esta filosofía y adherirse a ella. Esta filosofía , que surge en Italia con Carlos Petrini,  es una filosofía de voluntariado: todos hacemos todo. Y el objetivo primordial es conseguir el planeta que todos queremos: limpio, bonito y justo en todo sentido.

 

GL: tengo también entendido que hay ciudades slow, con sensibilidad para esta filosofía, que tienen mucho respeto por los espacios verdes, por horarios de trabajo saludables

L: además en estas ciudades no hay polución porque también tienen en cuenta con qué se mueven

 

GL: ¿Cuál es el desafío que hoy creen que tienen por delante para que este estilo de vida se extienda por el mundo?

L: otro mundo es mejor, y podemos construirlo. Queremos llegar a todos, por eso damos importancia a la parte de comunicación y de educación, sobre todo llegar a los adolescentes y jóvenes hasta los 30 años que son quienes tienen más sensibilidad y energía para poder seguir en las futuras generaciones y no se quede aquí. Ellos deben ver desde su ámbito, desde su escuela, qué pueden hacer, y trabajar

           

Carl Honoré, en su libro “El elogio a la lentitud” dice “yo me di cuenta de que algo andaba mal cuando quise adquirir para mis hijos cuentos para leer en un minuto” :los cuentos principales de los maravillosos infantiles estaban resumidos en 60 segundos de lectura. Imaginemos entonces cómo pueden ser los niños educados pausadamente. Imaginemos la mirada de los padres, el tono de voz, la respuesta de una madre que hace las cosas con la lentitud necesaria simplemente para estar a la medida de lo humano, porque no se trata de elogiar la lentitud en sí misma sino encontrar el equilibrio. Imaginemos el sexo de los amantes con el tiempo necesario para desarrollar una sexualidad armónica, con lo que es la biología y la psicología de la sexualidad de la pareja. Imaginemos los beneficios de un trabajo menos arduo: no solamente de menos horas, sino también de menos presión, esta presión permanente, esta tiranía del reloj.

            En fin: tenemos muchos aspectos para evaluar de lo que tiene que ver con la velocidad.

 

Carlos Petrini ha escrito con un equipo de gente lo que ha sido un “manifiesto” del grupo Slow, y dice así: “Nuestro siglo, que empezó y se ha desarrollado bajo la insignia de la civilización industrial, primero inventó la máquina, y luego la tomó como modelo de vida. Todos hemos sucumbido al mismo virus insidioso, una actitud que trastorna nuestros hábitos, invade la intimidad de nuestros hogares y nos obliga a ingerir la llamada comida rápida”

 

Entrevista con José Luis Trechera, profesor de psicología del trabajo, autor del libro “La sabiduría de la tortuga”, licenciado en teología moral y doctor en psicología, master en dirección de recursos humanos y organización, profesor del área de recursos humanos de la universidad de ciencias económicas y empresariales.

 

GL: ¿cuál es la sabiduría de la tortuga?

JL: La tortuga a lo largo de los siglos es el animal que ha sido puesto en todas las historias, y para nosotros hoy día, en el supuesto primer mundo en que decimos vivir, es visto como símbolo de lo torpe, lento, inútil. Y sin embargo, durante siglos la literatura nos ha aconsejado y dicho que es el símbolo de la perseverancia, del conocimiento, de la constancia, del esfuerzo bien hecho. Entonces en mi libro, lo que pretendo es sensibilizar y cuestionar sobre estos estilos de vida. Aparentemente tenemos mas medios que nunca, pero curiosamente el ser humano actual malvive mas que nunca. Pretendo a través del libro sensibilizar sobre las consecuencias de este estilo de vida, ver las causas de por qué se ha producido, y plantear algunas alternativas

 

GL: ¿por qué se ha producido este estilo de vida que se caracteriza por una aceleración y a veces por una hiperactividad improductiva? Tenemos un registro de un reloj interno que siempre está mas rápido de lo que nuestro reloj biológico puede correr.

JL: Actualmente yo me dedico principalmente a trabajar como profesor, y frecuentemente tengo que dar cursos a personas que son ejecutivos o personas que tiene cargos de responsabilidad en empresas u organizaciones. Y es curioso. En algún momento, les pido que le escriban una carta a los reyes magos. Si tuvieran la posibilidad de algo que les gustaría ¿qué sería lo primero? Casi el 100% de las personas, lo que piden es tiempo. Entonces intento hacerles ver esa paradoja: ¿tiempo para qué?. Porque aunque el día tuviese 100 horas, si no tenemos priorizado lo que es importante, o si no sabemos lo que queremos, nunca vamos a tener tiempo. Esa es nuestra gran contradicción. Hemos absolutizado el trabajo como tal, como un ‘generador de identidad’. Por ejemplo, cuando nos presentamos, decimos: ‘Yo me llamo José y soy periodista’. Y curiosamente, si no tenemos algo que tenga una posibilidad de productividad enfocada en lo laboral, parece que no contamos, que no somos nada, que no tenemos una significación social. Incluso el papel mismo del ama de casa, que siempre ha sido una función vital y que le daba sustento a la familia, incluso el sentir a la familia, hoy en día se está diluyendo, y se hace no por vocación sino porque no hay otra posibilidad. Todo esto va planteando una dinámica del dicho “el tiempo es oro”: cuanto más puedas aprovechar, cuanto más puedas rendir, parece que eres mejor. Si no estás en esa vorágine, parece que estás fuera del sistema.

 

GL: Hay personas que quizá están apuradas, pero que además sobreactúan sus apuros, pero se demuestran más apurados de lo que están porque de esa manera se sienten personas más importantes.

JL: Yo suelo hablar de una “nueva especie” que le llamo “el homo sapiens inalámbricus”, que es un poco este ser humano pegado al celular, que parece –como en el lejano oeste del far west el arma- que sin él no puede vivir en esta sociedad. Lo que podría ser un medio se convierte en un fin. El propio elemento devora al creador. Y hasta en la mesa de luz, tenemos una ‘cunita’ para él, por si a la noche me llaman. Y hasta a veces, hay gente que si sale de una reunión y no lo han llamado, se asombran y hasta sienten como que ‘no existen’. Ya se pierde noción de la realidad. Y parece que esas personas que están moviéndose mucho, da la sensación de que son valiosas.

            En la biblia, el trabajo se planteaba como un castigo divino: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Durante muchos años el trabajo era nada más que una manera de ganarse la vida. Ahora ha pasado a ser mi capacidad de posicionarme en la sociedad: si tengo mucha actividad parece que soy más valioso. Las consecuencias de esos estilos de vida es que nuestro organismo protesta y se rebela, y protesta ante nuestra propia mente. Entonces tenemos una serie de alteraciones como la “enfermedad de la prisa”, el “hombre orquesta”, en el cual hay tal activismo que no puede estar haciendo una sola cosa sino que tiene que estar haciendo varias a la vez: comiendo, viendo tele, respondiendo al celular, leyendo el diario, y si no se siente perdiendo el tiempo.

            Médicos cardiólogos se dieron cuenta de que en su sala de espera, los sillones estaban mal solo en la parte delantera, como si las personas que fueran a la consulta ni siquiera se sentaban en el sofá correctamente, sino solo en la puntita, como a punto de salir corriendo. Esas personas, superactivas, inquietas, eran las candidatas ideales para lo que fueran enfermedades vasculares, infartos.

            Nosotros hablamos hoy en día de lo que llamamos “LAS TRES C”: que son las capacidades de enfermar. Una: el tema circulatorio: corazón, enfermedades vasculares, relacionadas con estilos de vida. La prisa, el activismo. Dos: la carretera: la velocidad. Muchos accidentes se dan por querer ganar tiempo al tiempo, por lo cual se pierde la perspectiva de la realidad de la conducción. Tres: la C del Cáncer, que está muy relacionado con estilos de vida: stress, alimentación mala.

            Todo eso nos dice que nos estamos olvidando de vivir. Tenemos todo a nuestra disposición pero somos incapaces de aprovechar nada, no disfrutamos. Los seres humanos tenemos una capacidad que otras especies no tienen: el tigre no tiene la capacidad de “destigrarse”, pero nosotros, los hombres, sí tenemos la capacidad de deshumanizarnos. Y vamos a pasos agigantados, aunque no sabemos hacia dónde, pero nos vamos haciendo mucho daño.

 

GL: El tema es que aún cuando uno reduzca la cantidad de actividades y compromisos, hay también como una ‘liebre interior’ que no para y que está continuamente compitiendo con la ‘tortuga’ y que pierde la batalla una y otra vez en su intento de desacelerarse interiormente. Está comprobado que los accidentes en las carreteras están relacionados con el cansancio, la falta de sueño, el agotamiento. ¿por qué hemos ingresado en esta deshumanización, en esta turbo-vida?

 

GL: en esta cultura del primer mundo, ser lento es signo de ser tonto, torpe, ineficaz, inútil, porque la rapidez, la impaciencia, la eficiencia entendida como disponer todo al momento, se ha puesto en el pedestal. Es la idolatría moderna. En América latina esto se ve por que hay un choque de culturas muy fuertes. Por ejemplo: la cultura imperante en los grandes centros urbanos y la cultura que todavía se conserva en los poblados, y ni hablar cuando hablamos con personas de pueblos originarios donde la percepción del tiempo y del paso del tiempo es totalmente distinta. De allí vienen muchas veces comentarios despectivos, cargas insoportables sobre estas comunidades que nos ‘enervan’ con su lentitud. Ahora, si observamos sus ritmos, su modo de vincularse con la vida, con la atmósfera vital que los rodea, tendríamos que reconocer que los que en realidad parecemos mas tontos somos nosotros. Atahualpa Yupanqui decía que “la ciudad de Buenos Aires se parece a un hormiguero pateado” ¡qué buena imagen! Este correr para todos lados sin razón y sin sentido

           

            José Luis Trechera propone CAMBIAR EL RELOJ POR LA BRÚJULA, PARA TENER UN NORTE CLARO.

 

GL: ¿cómo hacemos para desactivar la liebre interior, independientemente de que seamos concientes o no de que tenemos que lentificar un poco nuestro vertiginoso ritmo.

JL: Tenemos que hacer un giro copernicano, y plantearnos cosas. Yo digo que “LA CALMA ES ORO”. Intento con esto hacer ver que muchas veces se buscan fórmulas mágicas: “cómo desacelerarme en diez segundos”: con tal fármaco. Y el problema es más de fondo. El stress es una consecuencia de causas que van a ser muchas veces desvivirse, o mal vivir. Entonces si yo no tengo claro qué quiero y hacia dónde quiero ir, difícilmente voy a ser yo el protagonista de mi propia historia. De ahí que digo que hay que cambiar el reloj, que es el que me domina, me esclaviza, por la brújula que me orienta para que vea dónde tengo yo mi norte, y hacia dónde quiero ir.

            En esta sociedad hay que replantearse, y en el fondo lo que tocamos son valores. Es muy fácil echar responsabilidades a otros. Muchas veces echamos la culpa a la sociedad, a la vida… y… cada uno puede hacer algo ¿qué es lo que cada uno está dispuesto a hacer? Ahí es cuando tocamos la esencia de los valores: si yo digo ‘la familia es muy importante’ algo tengo que hacer. Como dice el Evangelio: donde tienes tu tesoro, allí tienes tu corazón. Porque en el fondo, a lo que dedicamos nuestro tiempo es a aquello que valoramos. Y después nos lamentamos por ejemplo de haber perdido los 10 primeros años de la vida de los hijos, y eso es irrecuperable, doloroso. Lo que en teoría decimos es lo más valioso, en la práctica muchas veces es aquello a lo que menos tiempo dedicamos. Por eso es allí donde tenemos que ‘saber estar’, ‘apoyar’, ‘acompañar’. Plantearse eso es muy importante: ¿cuál es mi norte, qué es lo que quiero? Nosotros como cristianos tenemos además la responsabilidad de decirlo no solo con palabras sino con hechos.

 

GL: es que forma parte del aceleramiento desarrollar fantasías mágicas sobre las cosas: como no hay tiempo para hacer una maduración de nuestras reflexiones, nos atamos a un pensamiento mágico que nos permite por ejemplo pensar que ‘cuando alcance esto, le voy a dedicar tiempo a los chicos’, y así se nos va la vida. Es mas o menos lo mismo que decir ‘la dieta la empiezo el lunes’

JL: Saber saborear el presente y no dejarlo todo para mañana. Decía John Lenon que “la vida es lo que sucede mientras estamos haciendo proyectos de futuro”. Si yo no estoy con el niño cuando hace la primera comunión, no le voy a poner el traje a los 20 años para sacarle una foto.

 

GL:……..casi se diría a nuestro aparato psíquico el deber ser de marchar a un ritmo siempre bajo la tiranía de un reloj que no sabemos quien maneja, porque en realidad no somos nosotros los que elegimos –o sí-. Desde la perspectiva de la que hablamos con José Luis, nosotros somos los ‘señores de nuestro tiempo’. Nosotros elegimos. Todos tenemos la misma cantidad de minutos. Lo que hacemos con ese tesoro, con ese don, es invertirlo según nuestra escala de valores.

            Otro mundo es posible, y está siendo posible. Si tomamos contacto con el agobio que significa vivir bajo la presión constante de fuerzas anónimas que sentimos que nos obligan a transitar por caminos que no elegiríamos, en el mundo va creciendo cada vez más las personas que dicen BASTA. Son movimientos que se han dado en llamar por los sociólogos “contraculturales”, porque se dan cuenta de que avanzamos vertiginosamente hacia nuestra propia destrucción. Y no estamos hablando de imágenes catastróficas ni estamos trayendo mensajes apocalípticos al estilo de una destrucción cinematográficas.

            La vida en el primer mundo supone esto de “Las tres C”: Cáncer, accidentes en la carretera y enfermedades cardiovasculares.

            Y la buena noticia es que en el mundo ya son cada vez más las “Ciudades Slow” que tienen, entre otros compromisos, el reducir el ruido, el tránsito, aumentar las zonas verdes, aumentar las sendas peatonales, apoyar a los agricultores de la localidad, preferir las tiendas locales a los hiper y supermercados (en realidad ya tienen prohibido el acceso a los hipermercados), elegir restaurantes que vendan productos de los productores locales, promover una tecnología que proteja el medio ambiente, preservar la belleza, el patrimonio antiguo, las tradiciones culinarias de cada lugar, los saberes de los viejos sabios, las recetas de las viejas abuelas, fomentar un espíritu de hospitalidad, de buena vecindad. Estas ciudades, confían en que la suma de todas las partes, de los que vayan adhiriendo, vayan a revolucionar la manera de pensar de la gente acerca de la vida humana. Se está hablando con mucho entusiasmo de crear una nueva manera de considerar la vida, un nuevo clima.

            En otras palabras: la ciudad lenta es algo así más que una ciudad cuyo ritmo se ha aminorado. No es solo una ciudad que come comida orgánica y vive un poco más tranquila. En realidad se ha propuesto resistir al apremio del reloj y al proponérselo, se propone resistir a toda una sumatoria de mandamientos del turbo capitalismo. Este vivir con lentitud está llevando a que muchas calles se cierren para el tráfico, que se prohíban cadenas de supermercados, letreros de neón, que se fomenten pequeños negocios familiares, artesanías. El Ayuntamiento subenciona todo lo que tenga que ver con las renovaciones en materia ecológica, en materia de urbanismo y arquitectura, es decir, también están entre los avances de la ciudad slow todo un nuevo diseño arquitectónico y que a través de eso busca trabajar con materiales nobles, con comidas orgánicas, con desarrollos sustentables. Y esas ciudades también tienen impacto sobre un flagelo terrible como lo es la desaparición de los pueblos, fruto de la migración hacia las grandes ciudades, porque van desapareciendo los pequeños productores, y toda esa mano de obra desocupada se va hacia los conurbanos aumentando la miseria, pobreza, inseguridad y los delitos. En estas nuevas ciudades se insufla nueva energía en la economía local y en lo que tiene que ver con el empleo.

 

Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol. Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado, un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar, un tiempo para llorar y un tiempo para reir. Hay un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar. Hay un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas. Hay un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse. Hay un tiempo para buscar y un tiempo para perder. Hay un tiempo para guardar y un tiempo para tirar. Hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar. Un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz.” Eclesiastés

 

QUE DIOS NOS DE LA GRACIA EN NUESTRA ORACIÓN DE ENCONTRAR EL MOMENTO OPORTUNO PARA CADA COSA Y DARLE A CADA COSA SU MOMENTO Y SU TIEMPO OPORTUNO

Busquemos todos la forma de conectarnos con lo sagrado, porque lo sagrado repara, hace bien, nos ayuda a vivir. Por eso, oremos cada uno como lo sepa hacer, porque orar es bueno y hace bien