Raúl Sors: el oficio de construir guitarras con arte y ciencia en La Cumbrecita

martes, 17 de junio de 2025

17/06/2025 – En un rincón sereno de las sierras de Córdoba, La Cumbrecita se convierte en el escenario perfecto para un arte singular: la luthería. Allí trabaja Raúl Sors, un luthier cuya vida y oficio están atravesados por la pasión, la investigación y una profunda conexión con cada instrumento que crea. “Esto empezó en el año 65, intentando hacerme una guitarra eléctrica. Cometí muchos errores, pero corrigiéndolos me fui metiendo cada vez más”, cuenta Raúl sobre los inicios de su vocación, que comenzó como un hobby y terminó convirtiéndose en su forma de vida.

Raúl no es un fabricante en serie; cada guitarra nace a partir de un vínculo íntimo con el músico que la solicita. “Uno con el cliente desarrolla una especie de amistad”, explica. Esa relación le permite adaptar el instrumento al cuerpo y a la búsqueda del intérprete, cuidando detalles como la ergonomía, el tiro de la cuerda o la elección de la madera. Por eso, no es de extrañar que él mismo diga: “las guitarras que realizo son como mis hijas”.

La inspiración de Raúl está marcada también por su historia personal. Soñó con ser astrofísico, pero la realidad social de los años 70 en Argentina lo llevó a refugiarse en La Cumbrecita. Allí, la tranquilidad y la naturaleza se volvieron catalizadoras de su creatividad. «Es algo que inspira. La tranquilidad, la soledad, el estar con uno mismo, el sentirse con uno dentro del taller, haciendo cada pieza. Todo eso es inspirador».

Pero la lutería de Raúl no se queda solo en la tradición. Su taller es también un laboratorio. Desde 2003 incorpora innovaciones técnicas que aplican conceptos de ingeniería para mejorar la acústica y la funcionalidad de sus guitarras. “En todo eso hay ciencia”, afirma, señalando las estructuras internas que diseñó para facilitar reparaciones sin comprometer la afinación del instrumento. Por eso, su trabajo encarna el lema que comparten en la Asociación Argentina de Luthiers: arte-ciencia.

Reconocido por otros luthiers, la experiencia y sabiduría de Raúl no se quedan en su taller. Por eso se destaca en su labor como maestro, compartiendo con otros lo que sabe y ha aprendido. «Entre colegas, hemos tomado la costumbre de informarnos, de transmitir conocimientos uno al otro (…) de compartir no solo los conocimientos sino la amistad», cuenta.

Y recuerda sobre el final del diálogo uno de los populares versos de Los Manseros Santiagueños: «La vida me han prestado y tengo que devolverla», a modo de resumir su concepción y experiencia recorrida -desde sus 15 años- con la lutheria.

Para escuchar la nota completa accedé al video del inicio