El ayuno se refleja en nuestro desprendimiento

martes, 4 de marzo de 2008
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Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir:  “Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.  Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar”.

Lucas 11; 29 – 32

No somos signos del Reino si no aceptamos a Jesús de verdad en nuestra vida. Si aquellos que por un llamado a la penitencia, escuchan aquel llamado de acuerdo al Evangelio de hoy, los ninivitas, lo escuchan a Jonás que va simplemente caminando. Pasó por el pueblo, por el medio del pueblo invitando a la gente que se conviertan de los pecados porque Dios los iba a castigar y Dios cambia su conducta, dice la Palabra, cuando ve aquellos corazones que se disponen a escuchar esa voz y hacer penitencia para que Dios no nos prive de la paz. Increíble como la penitencia de los ninivitas pudo serenar el corazón de Dios, pudo transformar la vida de aquellos hombres. Creyeron en Jonás.

Jesús nos dice a nosotros aquí estoy en medio de ustedes. Soy algo más grande que Jonás. Jonás fue escuchado y a mi no me escuchan? Hay un amoroso reclamo del Señor que debe ser meditado y considerado. Nosotros pedimos a Dios que se manifieste, que obre en nuestras vida y nosotros ¿que? O éste es un negocio que se beneficia una parte que soy yo y¿ Dios siempre tiene que cargar una cruz?. En éste negocio como todo negocio hay dos partes sumamente interesadas .Si yo no participo del interés de la salvación tampoco tengo derecho de ir a hablar con Dios y pedirle a Dios, tampoco puedo pensar la vida de ésta manera siempre egoísta, siempre usando a Dios en mi vida. Hay un llamado fuerte en éste tiempo de la Cuaresma a la conversión y esto tiene que ver con lo que recordábamos también hacemos un camino para renovar nuestra condición de bautizados, reavivar el don de la fe, reavivar la alianza. Somos el pueblo de la alianza y nuestra transformación es desde el corazón porque es el corazón el ámbito de la alianza.

El corazón humano está hecho para alianza, para caminar juntos. Es una experiencia de un amor singular, como una experiencia matrimonial. Vivir de esa alianza, revivir esa alianza. Los ninivitas se convirtieron cuando fueron avisados Y nosotros ¿nos convertimos con los avisos de que hay que convertirse? ¿con los llamados a la fe? O escuchamos la Palabra de Dios y queda como algo que estamos acostumbrados a escuchar o algo religioso para algunos que son malas personas y¿ yo? soy tan bueno que no necesito conversión?, que no necesito escuchar un llamado?, que no necesito tener una disponibilidad ¿ seré tan bueno? El Señor está pasando por mi vida hoy y está haciendo un anuncio. Ese anuncio dice: Conviértete y cree en el Evangelio. El Evangelio no es un libro, es una persona viviente, tiene nombre, tiene corazón, tiene sentimientos, dialoga, se comunica, abraza, ama, transforma, muere y resucita. Ese Evangelio es Jesús.

Este tiempo de ayuno, de mortificación, de renuncia que cada uno lo va realizando de manera posible dentro de sus posibilidades con una mirada criteriosa, con una actitud de fe. Eso es lo que le importa al Señor, no con una actitud ritualista. Los ritualismos son desviaciones de la fe, son impedimentos para la experiencia de Dios. Por eso el fariseísmo había exagerado mucho el ritualismo religioso. En esto manifestaba un signo claro que se había alejado del Señor. Por eso Jesús viene a reprochar a llamar nuevamente a la conversión. En el pasaje del Evangelio de Zaqueo el signo de que buscaba a Dios era que se subió al sicómoro y el Señor lo miró, estaba secretamente golpeando a su puerta pero Zaqueo no sabía y eso nos pasa a muchos. Nos pasan cosan cosas extrañas.

A veces no entendemos porque sentimos cosas, pensamos a veces que son cosas malas o que son actos de imaginación o pensamos que nos está perturbando el demonio pero es el Señor que hace tiempo nos viene persiguiendo porque esa es la especialidad del amor: perseguir incansablemente, esperar. San Pablo lo dice: el amor es paciente, el amor es servicial, el amor no se cansa, el amor no pasará jamás. Y el Señor lo estaba buscando a Zaqueo con esa persistencia desde toda la eternidad lo había amado y puedo ponerme yo en el lugar de Zaqueo o en el lugar de la Samaritana junto al pozo.

El Señor viene acompañando mis búsquedas. Estoy lleno de hambre y de sed y estoy buscando y haciendo grandes esfuerzos para calmar mi hambre y mi sed y tengo que dirigirme hasta el pozo de Jacob, hasta el pozo de las satisfacciones que me proponen mi cultura de consuno.

Cuantas veces la gente está buscando la satisfacción, la paz, el placer en lo que le proponen. Tiene que caminar con mucho esfuerzo para conseguir esa paz y una vez que la tiene ya no sabe que hacer con ella porque se da cuenta que tampoco le alcanza. Juan Pablo II hablo muy lindo sobre el desprendimiento en una catequesis en 1979 para Cuaresma. Uno cuando va buscando algo ya lo tiene y cuando lo tiene quiere algo más y cuando tiene algo más quiere algo más y nunca se llena esto.

El Papa decía: el abstenerse según la tradición de la comida y la bebida tiene como fin introducir en la existencia del hombre no solo el equilibrio necesario sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como actitud consumista.

Estamos acostumbrados a consumir y a buscar nuestra felicidad de un modo consumista porque la sociedad de consumo genera un hábito, un estilo de vida y también la vida espiritual se transforma y entra en ese juego del consumismo. Por eso es tan saludable el ayuno y el desprendimiento. Tenemos que saber que hay cosas fundamentales que las buscamos porque ellas nos están buscando y esas cosas fundamentales se llaman amor de Dios. Se resumen en la expresión amor de Dios. Ciertamente que EL Señor nos ama entrañablemente y quien va llegando al amor va prescindiendo de tantas urgencias, de tantas necesidades, de tantas propuestas. Supera la actitud consumista, la actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una característica de la civilización, nos recordaba el Papa y en particular de la civilización occidental: la actitud consumista o sea una forma de estar en la vida.

Esa es una actitud consumista. No es solo lo que yo consumo, es algo espiritual por eso hay un planteo y un llamado a la conversión a nuestro tiempo frente a la sociedad de consumo porque el corazón se nos ha puesto en una actitud consumista. Ya no es Dios el que me busca soy yo el que busco los placeres de Dios. Hay una necesidad de cambio de mentalidad para reordenar el rumbo y la paz del mundo en éste sentido.

Nos decía el Papa Juan Pablo: cuando el hombre se orienta exclusivamente hacia la posesión y el uso de bienes materiales, es decir de las cosas, también toda la civilización se mide según la cantidad y calidad de las cosas que están en condición de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado del hombre. La persona queda en segundo lugar. Dicen que las personas solo se llenan con personas. Y que fantástico que en la persona del hijo de Dios se haya unido lo divino y lo humano en una unión hipostática pero para estar con nosotros. Es un servicio fraternal el desprendimiento de Jesús.

Dice San Pablo No considerando su condición divina se anonadó a si mismo y tomó la condición de servidor haciéndose semejante en todo a nosotros.

Cuanto ejemplo, cuanta orientación tiene la actitud de Dios con nosotros. Como el Señor llegó a nuestro encuentro Porque nos desprendemos si no para ser más fraternos, más cercanos y para llegar a la persona. Lo que hace falta es el encuentro con las personas. Por eso nosotros educamos nuestro mundo interior y nos desprendemos de una propuesta de consumo que nos hace la sociedad para aprender a prescindir de ella y recordamos las palabras de San Pablo he aprendido a vivir en la abundancia y en la carestía.

Es decir aprendí a vivir cuando tengo y aprendí a vivir feliz cuando no tengo. No debemos ser esclavos. Es una propuesta para la libertad la conversión. Por eso no es que no tenga un valor lo que se deba consumir, no es que no sea necesario. Pero es importante no ser esclavo de ello y tener una actitud penitencial para adquirir un señorío por sobre las propuestas. Tomar una distancia de esa costumbre de satisfacer todo lo que necesitamos.

Vivir esa experiencia de desprendimiento y de pobreza es un camino verdaderamente de libertad. Así que creo q tenemos que saber que ese mundo está creado el consumo para satisfacernos tocando y acariciando fuertemente despertando nuestras sensaciones. Entonces la tentación de tener se hace grande porque es sumamente placentero. El hombre es mucho más que eso y eso es lo que nos dice la iglesia cuando nos anuncia el Evangelio, no te olvides que eres persona y que estás llamado a ser hijo de Dios. Entonces no te olvides de tomar distancia de aquello que te quiere quitar y robar la vida por más placentero que sea. Cuanto sometimiento vivimos y cuanta dependencia vivimos de cosas totalmente secundarias o accidentales. El Papa también decía que no debemos vivir saciando nuestras sensaciones sino a descubrir la sensación interior y la alegría profunda de pertenecer solo a Dios. Para esto es la Cuaresma. Para vivir plenamente, intensamente.

Cuantas veces decimos que en Cuaresma hay que hacer sacrificios quejándonos, pero amando no hay tanto sacrificio. Cuando hay verdaderamente amor se puede lograr ésta Gracia se puede lograr ésta gracia de conversión y de transformación. Este vivir de lo esencial. Ir a la fuente, a lo profundo, a lo necesario e ir a descubrir a Dios y el plan de Dios y así descubrirnos a nosotros. Que linda la oración de San Agustín que dice: Señor que te conozca, Señor que me conozca.

Uno de los fines esenciales de la Cuaresma es el de la experiencia del conocimiento desde lo profundo, desde los ojos del corazón de Dios, llegar a Dios para encontrarnos y entendernos entre nosotros mismos. Conversión, desprendimiento. Confrontación con un mundo concreto. Tomar distancia de un mundo que me presenta muchas cosas como esenciales para la vida y cuantas quejas tenemos porque vivimos de esas cosas accidentales como si fueran necesarias y esenciales pero no lo son y entonces se retuerce nuestro espíritu y nos mal acostumbramos a quejarnos de todo.                                                                                                                                                                                

El encuentro de los que criticaban a los discípulos diciendo por que los discípulos de Jesús no ayunan y Jesús tomaba la Palabra y decía: mientras está el novio con ellos no es necesario que ayunen. Llegará el momento que se les quitará el novio entonces tendrán que ayunar.

El Papa Juan Pablo decía que de hecho el tiempo de la Cuaresma es el tiempo en que a Cristo nos lo arrebatan. Por eso también es un tiempo de la prueba, de la purificación. El Señor no es solo arrebatado de nuestras manos. Nosotros lo hemos dejado solo al Señor quizás con dolor en la Cuaresma para recordar nuestras infidelidades, nuestra falta de amor, de correspondencia, de sensibilidad. Que habiendo recibido el don de la fe lo hayamos adormecido, dejado sin actuar del modo conveniente sin dejarlo mover suficientemente por la acción del Espíritu Santo.

La Cuaresma es el tiempo que recordamos no solo en que Jesús se nos arrebató, nos lo sacaron de las manos, arrestado ,decía el Papa, abofeteado, encarcelado, flagelado, coronado de espinas, crucificado sino también el tiempo en que nosotros lo hemos dejado.

También los discípulos cuando el Señor los mandó a buscar para juzgarlo, sentenciarlo, lo dejaron solo.. Lo hemos dejado solo al Señor. Esto quisiera recordar y poner el acento que debemos recordar que la Cuaresma es un tiempo de Gracia. No es para humillarnos ni para pisotearnos y decir que somos una porquería, que no podemos amar a Dios. Nosotros sabemos que no podemos amar a Dios solos y si El no nos reconcilia, no nos perdona y El no nos da la Gracia que podemos hacer nosotros como cristianos. ¿Como hacer el camino de la fidelidad? Estando prestos a reconocer nuestras infidelidades y pobreza y volver al Señor confiando en su misericordia. Hacer el camino para nosotros significará dos cosas importantes en nuestra meditación de hoy.

En primer lugar recordar que es el tiempo del ayuno porque Jesús se nos arrebata, se no arrebata quizás el consuelo espiritual, quizás sentir esa presencia fogosa, festiva, gozosa que nos hace sentir y tener muchas ilusiones, mucha oración y mucha entrega pero también recordar que al sacarnos el Señor esto nos está invitando a vivir una experiencia de humildad muy grande. Por eso al comenzar la Cuaresma impusimos la ceniza en nuestra frente como signo y como llamados a ser signos de aquello que se convierte. Como la ceniza se convierte nuestros corazones se convierten, la conversión del corazón que es lo que nos toca más profundamente, de nuestro yo más intimo, de nuestra interioridad es lo que tiene que estar abierto a la Gracia.

Este tiempo es para que el Señor vaya entrando. Hay que abrir las puertas del corazón. Para que el Señor vaya entrando y llegando a esos lugares de nuestra persona a los que todavía hay que evangelizar, porque tenemos montones de aspectos y no tienen mucho que ver con las actitudes o los gestos, no se trata de esfuerzos Se trata más de un permiso que hay que darle a Dios. El nos pide permiso. Así lo dice en Apocalipsis 3 estoy a la puerta y llamo si alguno me abre entraré.

Cuanto nos respeta el Señor, cuanto respeto tiene por la persona, como El respeta la obra de sus manos. Ese corazoncito que tiene una chispa de la belleza de Dios, una chispa de la libertad de Dios. Se da muchas veces el gusto de cerrarle la puerta, no abrirle la puerta al Señor. Por eso éste tiempo de la cuaresma para que Dios venga y pueda ser recibido. Hay tantos textos de la Palabra de Dios que nos enseñan cuanta alegría tiene Jesús y cuanto bien hace Jesús cuando se les abre las puertas. Por ejemplo en San Lucas capítulo 19 el encuentro con Zaqueo que lo busca al Señor de lejos. Supuestamente el Señor no sabe que Zaqueo lo busca.

Sin embargo Zaqueo se trepa en el arbolito para mirarlo, para ver quien era. El Señor se fija en El en medio de tantas necesidades, locuras y reclamos de tanta gente.,el Señor se fija en el recaudador de impuestos, alguien que había tenido la habilidad de hacerse rico y todavía hasta ese momento había vivido la vida y había ejercido su don, su capacidad quedándose en si mismo, acumulando para si y cuando se encontró con aquella mirada del Señor tuvo una formación interior increíble pero el estaba dispuesto de ir y trepar a un árbol para poder verlo.

Un signo tan claro de la disponibilidad. Hay signos de que deseo un encuentro con Dios. Cuales son esos signos en mi vida hoy?. En que estoy manifestando que lo quiero al Señor que me interesa vivir de Dios, que necesito del Espíritu de Dios o lo busco a Dios y le pido pero yo sigo encerrado en mi mismo?. Tendrán que venir de Dios esos signos o el signo tendrá que nacer dentro mío y manifestarse en gestos de búsqueda, de apertura, de encuentro, de disponibilidad?

Hermosas son las palabras y pensamientos de San Ignacio de Antioquia en un escrito a los romanos. El decía: mi amor está crucificado y no existe más en mí el fuego que desea lasa cosas materiales. Aquel gran obispo, un hombre de fuego. Da gusto escuchar como habla de su corazón y de lo que el Espíritu va suscitando en su mundo interior y se transforma en un signo viviente. No en alguien que espera signos sino en alguien que se transforma en signo

No somos signos del Reino si no aceptamos a Jesús de verdad en nuestra vida. Si aquellos que por un llamado a la penitencia, escuchan aquel llamado de acuerdo al Evangelio de hoy, los ninivitas, lo escuchan a Jonás.

Padre Mario Taborda