El consuelo que trae el Sagrado Corazón de Jesús

miércoles, 23 de junio de 2021
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23/06/2021 – Gerardo García Helder, director del Departamento de Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina, se refiró a la tercera promesa que Jesús en su Sagrado Corazón le hizo a la humanidad a través de santa Margarita María de Alacoque: “Seré el consuelo en tu aflicción”. “Esta promesa del consuelo nos viene muy bien en este tiempo de pandemia que nos toca vivir. El consuelo es aliviar la pena o aflicción de alguien. Y hay diferentes formas de aliviar, pero la que prefiero es que el otro esté conmigo. Cuando pasamos por tristeza, dolor o  enfermedad, solemos encerrarnos en nosotros mismos. Y vemos como los demás se alejan o al menos sentimos eso. El libro más paradigmático en este sentido es el de Job, alguien que perdió toda su riqueza y sus beneficios, tanto terrenales como celestiales. Tanto es así que el mismo Diablo busca tentar a Dios, quien permite que el buen pasar de Job acabe, pero también deja que padezca la enfermedad de la lepra. Finalmente Job experimenta el consuelo del Creador. Otro personaje de abandono es Jesús en los evangelios de Marcos y Mateo, en el final de los mismos, cuando el Señor dice “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Jesús experimentó la desolación, el abandono y la soledad. En eso también es maestro para nosotros”, declaró Gerardo.

“Cuantas veces nosotros padecemos el alejamiento de quienes son nuestros amigos u otras experiencias vitales que nos hacen sentir solos o abandonados. Por eso tenemos mucha necesidad de consolar o de recibir consuelo. En el capítulo 40 de Isaías, Dios pide que seamos agentes de consuelo para su pueblo. Esto es un vínculo en el Antiguo Testamento con la vida y obra de san Juan Bautista. Y en el capítulo 49 de Isaías, desde el versículo 14,  Dios nos dice que “una madre puede olvidar a su hijo, pero Yo no te olvivaré porque te llevo tatuado en la palma de mis manos”. La vida está llena de dolores, sobre todo a medida que pasa el tiempo. Son dolores físicos y morales, pero si le agregamos una intencionalidad la cosa es peor, le agregamos un sufrimiento que nace de la baja autoestima. Pero si somos discípulos de Jesús, vemos esto de una forma positiva”.

Por último, García Helder rezó esta oración:

Hoy vengo a ti,  Señor del Corazón traspasado,

afligido por el panorama que me rodea

en donde la violencia parece ser

el modo más común de relacionarse.

Hoy vengo a ti, Señor del Corazón coronado de espinas,

agobiado por tantos trámites y compromisos inútiles

sintiéndome alienado por la sociedad.

Necesito de tu alivio y misericordia,

Señor del Corazón ardiente,  que no viniste a juzgar sino a salvar,

para saber que al menos tú no me clasificas

y me aceptas tal cual soy. Quiero cargar tu yugo,

Señor del Corazón hospitalario, haciéndome tu discípulo

a ejemplo de María, la hermana de Marta,

que se salió de los esquemas y libretos

para sentarse a tus pies.

Quiero aprender de ti, Señor del Corazón manso y humilde,

a hacerme todo para todos.

Dame un corazón semejante al tuyo

capaz de compadecerse de los necesitados.

Amén.