El desierto: lugar de encuentro con lo profundo

jueves, 2 de julio de 2015

02/07/2015 – Esta semana en el espacio de “Destellos cotidianos”, la Prof. Gloria Ladislao nos invitó a conocer más de cerca los desiertos recorridos a través de la Biblia y el significado que tiene para nuestros días.

¡Bienvenidos a “Destellos cotidianos”! Esta noche reflexionaremos sobre el sentido de EL DESIERTO. Su inmensidad, su…

Posted by Radio María Argentina on Lunes, 29 de junio de 2015

 

Se define como desierto al territorio donde las precipitaciones anuales son menores a 250 mm. Los desiertos pueden ser de arena o de piedra, y en las zonas bajas se pueden formar salares.

En cuanto al simbolismo, por un lado el desierto representa la soledad, lo inhóspito, el lugar donde las condiciones de vida son duras y adversas; es el lugar de la tentación. Pero también esa soledad hace que el desierto se identifique con un lugar de paz y contemplación, adecuado para el encuentro con Dios.

En las religiones comparadas, se afirma que el desierto es el lugar de la religión monoteísta, ya que el vacío reclama la noción de un dios único. Esto en oposición a las religiones politeístas agrarias, que recogen la multiplicidad de las manifestaciones de la naturaleza.

La parte sur de Palestina la constituye el desierto de Judá, entre las colinas y el Mar Muerto. Jerusalén se encuentra en el límite norte de este desierto. La falda este de los montes de Judá es casi un desierto completo que desciende 900 mts. en 20 km. La mayor parte es de piedra caliza senoniense blanda y porosa, que intensifica las consecuencias de la mínima caída de lluvias. Al lado del Mar Muerto se levantan laderas de 450 metros con cañones, cada tanto, cayendo a pico. Las hendiduras donde se forman torrentes (wadis) no se acoplan. Más al sur se encuentran: el desierto de Bersheba, el del Neguev, el de Cadés y al otro lado del Mar Muerto, el de Moab.

 

Israel nació en el desierto

Para el pueblo de Israel, el desierto es el lugar de su nacimiento. Es el lugar del camino y del encuentro con Dios, el lugar de la Alianza, y también el lugar de la tentación.

En el desierto, el pueblo experimentó el acompañamiento amoroso de Dios:

Entonces yo les dije: “No se acobarden ni les tengan miedo. 30 El Señor, su Dios, que va delante de ustedes, combatirá por ustedes, como lo hizo en Egipto ante sus propios ojos, 31 y también en el desierto, donde tú viste que el Señor, tu Dios, te conducía como un padre conduce a su hijo, a lo largo de todo el camino que recorriste hasta llegar a este lugar”. 32 Y a pesar de todo, ustedes no tuvieron confianza en el Señor, su Dios, 33 que los precedía durante la marcha para buscarles un lugar donde acampar: de noche en el fuego, mostrándoles el camino que debían seguir, y de día en la nube. (Dt 1,29-33)

También en el desierto es donde el pueblo se vuelve infiel y peca, ya sea con la idolatría o desconfiando de Dios. Así, en algún pasaje los cuarenta años de camino son interpretados como un castigo por la desconfianza.

Pero los cadáveres de ustedes quedarán tendidos en este desierto. 33 Mientras tanto, sus hijos andarán vagando por el desierto durante cuarenta años, sufriendo por las prostituciones de ustedes, hasta que el último cadáver quede tendido en el desierto. 34 Ustedes cargarán con su culpa durante cuarenta años, por los cuarenta días que emplearon en explorar la tierra: a razón de un año por cada día. Entonces conocerán lo que significa rebelarse contra mí. 35 Así lo he dispuesto yo, el Señor. De esa manera trataré a toda esta comunidad perversa que se ha confabulado contra mí: hasta el último hombre morirá en este desierto’”. (Nm 14,32-35)

En el judaísmo, el libro de los Números se designa con sus primeras palabras en hebreo “Ba Midbar” – en el desierto -.

 

imagen-siria

Los que se van al desierto

En tiempos de Jesús existían grupos que proponían como experiencia espirtual alejarse de la vida social y vivir “en el desierto”. Por ejemplo el grupo de los esenios.

“A Occidente del Mar Muerto los esenios se mantienen alejados de las orillas por ser nocivas. Es un pueblo único en su género y más admirable que todos los demás en el mundo entero: no tiene mujeres, ha renunciado enteramente al amor, carece de dinero… De día en día renace en igual número, merced a la gran cantidad de los recién llegados. En efecto, acuden en gran número aquellos que, cansados de las vicisitudes de la fortuna, la vida los encamina a la adopción de sus costumbres. Y así, por miles de siglos, parece increíble, hay un pueblo eterno en el que nadie nace.” Plinio el Viejo, Historia Natural, V, 15, 73

El Evangelio dice sobre Juan, el Bautista: ” El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.” (Lc 1,80)

“… bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados…” (Lc 3,2-3)

 

Las tentaciones de Jesús en el desierto: Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13

Las tentaciones en el evangelio según San Mateo.

“La escena de las tentaciones [en el evangelio según San Mateo 4,1-10] está relatada de tal modo que a cada sugerencia de Satanás, Jesús responde con una frase tomada de libro del Deuteronomio (Mt 4,4:Dt 8,3; Mt 4,7:Dt 6,16; Mt 4,10: Dt 6,13).

En esos capítulos del Deuteronomio se trata de un sermón de Moisés al pueblo donde se recuerdan las tentaciones que padeció el pueblo de Israel durante los cuarenta años del desierto y se le recrimina porque no supo ser fiel a Dios.

Mateo nos mostrará en distintas partes de su Evangelio las tentaciones que tuvo que padecer Jesús: de muchas maneras se trató de hacerlo apartar del camino que le había señalado el Padre (Mt 16,1; 16,23; 19,3; 22, 18; 22,35; 27,39-44), pero El permaneció siempre fiel. Ahora, al comenzar el Evangelio, relata todas estas tentaciones en un resumen en el que queda de manifiesto el contraste entre la actitud del pueblo y la actitud de Jesús ante la tentación. Cada vez que el pueblo fue puesto a prueba (por el hambre en el desierto, por la sed o por la idolatría de los otros pueblos) siempre cayó vencido. Jesús, en cambio, se colocó en nuestra misma situación y salió vencedor. Para que lo comprendamos bien, San Mateo describirá a Jesús como padeciendo las mismas tentaciones del pueblo, y en cada caso respondiendo con la frase del Deuteronomio donde se expresa la voluntad de Dios.” (Luis Rivas, Qué es un evangelio, Ed. Claretiana)

 

El desierto como lugar de refugio de los que padecen persecución : Ex 2,15; 1 Re 19,3-8

Los fieles judíos bajo la persecución de Antíoco: Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí 30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque la desgracia se había desencadenado sobre ellos. (1 Mac 2,29-30)

La mujer-comunidad, en el combate escatológico, va al desierto:

La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días. (Ap 12,5-6) Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. (Ap 12,14)

Tres términos se repiten en estos versículos:

* El desierto es un refugio. El lugar solitario se presenta como espacio no alcanzado por el mal. En ese sitio inhóspito la comunidad resiste los embates.

* El desierto es lugar para ser alimentado. Dios hará evidente su providencia en ese lugar, como lo hizo antiguamente mientras su pueblo caminaba.

* El tiempo en el desierto es de mil doscientos sesenta días, o sea tres años y medio. Este fue el tiempo que duró la persecución de Antíoco IV Epífanes contra la fe judía. En el desierto transcurre el tiempo de la lucha, en el desierto combate la fe.

 

 

Prof. Gloria Ladislao

Más en Blog Palabras con miel