El rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre

martes, 20 de noviembre de 2007
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Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Juan 19, 25 – 27

El material que utilizo para esta Catequesis lo extraigo del libro "El rostro real de Dios", del Padre Ricardo Martensen, impreso por la Editorial de la Palabra de Dios, Buenos Aires 1996.
Para poder hacer el proyecto de vida necesitamos descubrir los códigos de alianza con los que Dios quiere que vayamos estableciendo nuestro quehacer de lo mas importante de nuestra historia, las razones que dan razón a todo lo que hacemos, razones que no son solo las racionales que están en la cabeza sino de aquellas que están en el corazón, que muchas veces la racionalidad no entiende y que brotan desde lo mas profundo de nuestro ser, forman una parte importante de nuestro proyecto los vínculos que tenemos con otros, entre los otros hoy queremos detenernos en aquel Otro con mayúscula que le da absoluta consistencia a nuestra razón de ser o a nuestras razones de ser en donde podemos poner verdaderamente cimiento sólido a nuestra existencia y queremos descubrirlo a esto a la luz de la presencia de María.

El discípulo se la llevó a su casa, es decir la incluyó entre sus proyectos, porque desde la cruz se la confío Jesús a María al discípulo, te confío a mi hijo, y también el discípulo se lleva el cuidado de María. Es un misterio de alianza con María lo que permite construir el nuevo proyecto, la nueva casa en la que el discípulo vive y en la que María vive, es la pedagogía de la alianza la que intentaremos descubrir en clave cristológica y mariana y desde este lugar darle consistencia trascendente a nuestro proyecto de vida.

El gran desafío del cristiano para este tiempo es abrirle la puerta al recuentro con la imagen de Dios que sea verdaderamente creíble para sí mismo y a partir de allí que pueda ser razón de ser de otros que están buscando el lugar consistente en torno al cual construir su propio proyecto vital, existencial.

El gran desafío es abrirle la puerta a un Dios creíble para sí mismo y para los otros. Tal vez la imagen de un Dios que lo explica todo no sea la mas adecuada para explicar lo que ya no lo explica Dios sino la ciencia y la técnica en su desarrollo, la aparición del racionalismo y la irrupción de las ciencias empíricas dan como fundamento de explicación al acontecer humano y natural que en sí mismo resultan mas que razonables y comprobables y el camino de la ciencia y de la técnica en sus explicaciones de las causas podríamos llamarla en términos de la filosofía tradicional segundas, causas segundas que explican las razones del acontecer de los hechos humanos y naturales debemos aprender a respetarlo, no solamente a respetarlo sino a desarrollarlo lo cual no quiere decir que todo lo que acontece en lo natural y en lo humano tenga su explicación última en causas segundas que la ciencia, la técnica han ido como descubriendo, hay que aprender a moverse en planos distintos a la hora de encontrarnos con una imagen de Dios que de razón de ser a todo el acontecer humano y del cosmos, no podemos decir que todo lo explicamos desde Dios como pudiera haber sido en el tiempo donde la ciencia teológica particularmente en el tiempo de mayor esplendor en la Edad Media nos ofrece como mirada casi única, es saludable la aparición de la modernidad dándole explicación a lo humano, natural, cósmico, desde una perspectiva de desarrollo del acontecer humano y del acontecer natural que se explican por las causas segundas.

Tal vez muchos hombres no crean no en Dios, sino en el Dios que nosotros le presentamos, no es que no se crea en Dios, no se cree en el Dios de que nosotros muchas veces hablamos, un mágico no explica todo porque no es el Dios verdadero, tenemos que aprender a encontrarnos con el rostro del Dios verdadero, que sostiene al mundo todo en su origen, en su desarrollo y en su etapa final, en este Dios que nosotros afirmamos y que nosotros creemos debemos aprender a madurar en torno a su imagen para que para nosotros sea creíble y para otros sea creíble.

Establecer un vínculo de alianza con Dios supone renovar en nosotros la imagen de Dios que tenemos, esta imagen de Dios que tenemos y que hace creíble al Dios en el que creemos es lo que nos va a permitir encontrar un lenguaje respecto de Dios que sea creíble para otros, no es suficiente describir la increencia en este tiempo, no alcanza con descubrir que el mundo de hoy ha perdido vínculo con lo trascendente para poder explicar lo que ocurre, lo que acontece es que el mundo de hoy, posiblemente el desarrollo de la modernidad y de la posmodernidad haya perdido vínculo con una imagen de Dios que no es creíble, un Dios que lo explica todo no tiene que ver con lo que los hombres en este tiempo han descubierto como modo de encontrar respuesta a cosas concretas y puntuales que la ciencia y la técnica han permitido.

Este Dios que lo explica todo lo podríamos llamar un Dios mágico, un Dios que aparece como interviniendo en todos y cada uno de los acontecimientos cambiando el rumbo de la historia sin el respeto por aquello mismo que Él ha creado y por el hombre particularmente quien en el ejercicio de la libertad decide porqué caminos ir y cómo ir por esos caminos, para poder establecer vínculo de alianza con Dios como fundamento de nuestra vida hay que liberarse de esta imagen de un Dios mágico y aprender a encontrarnos con el verdadero rostro de Dios, el Dios humano, en Jesús que se quedó entre nuestras cosas para acompañarnos en el desarrollo de lo humano, de lo nuestro, comprometiéndose en todas y cada una de las instancias de lo humano, se hizo niño, fue adolescente, fue joven, se hizo adulto, sufrió la crisis, “Que pase de mi este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”, entrego la vida por amor, murió y resucitó y nos trae nueva vida. Es un Dios concreto, cercano, que se compromete con todo lo nuestro, que no viene a librarnos de lo que nos toca porque sabe que en el compromiso de la decisión, de la libertad, en la personal y en la colectiva está nuestra posibilidad gracias a su presencia comprometida con todo lo nuestro de verdaderamente darle consistencia a nuestra vida, de darle fundamento a nuestra existencia, el rostro del Dios verdadero es al que debemos abrir la puerta para que podamos verdaderamente construir sobre roca nuestro proyecto personal de vida.

Se siente, a veces la presencia de un Dios mágico, de un Dios que lo hace todo a pesar nuestro, nada tiene que ver este Dios con lo que los hombres de este tiempo de la modernidad y de la pos modernidad están buscando.

Cuando no tenemos la posibilidad de encontrarnos con el rostro humano de Dios y con el rostro divino del hombre vamos como incapacitándonos para poder entender el misterio que se esconde detrás de la encarnación que es donde verdaderamente se establece la gracia de la alianza, el poder desmitificar imágenes fantasiosas de Dios, imágenes deformadas de Dios, imágenes que no nos ayudan a encontrarnos con el Dios verdadero porque son como proyecciones de nosotros mismos que no hablan del Dios real que ha venido a establecer su morada en medio de nosotros.

Cuando nos movemos por esta línea fácilmente nos podemos establecer en la incredulidad, cuando no en el fanatismo que son como los extremos, el fundamentalismo o el ateísmo. En cierto modo el fundamentalismo que nos hace aferrarnos a una idea de Dios mas que al Dios verdadero es un ateísmo por exceso distinto aquel que lo niega a Dios porque que ha encontrado la sola razón de la manera de explicar todo lo que es el acontecer humano y el cosmos entregado al hombre como aquel que puede darle sentido a partir particularmente de la Palabra que orienta la vida y transforma la realidad toda cuando se la utiliza con el poder que ella tiene desde el pensar, desde el investigar, desde el actuar si no nos encontramos con el rostro verdadero de un Dios humanizado que ha venido a divinizar la humanidad caemos en el drama de la ausencia de Dios porque hemos construido una idea acerca de Él y nos movemos por la línea terrible del fundamentalismo tan presente en este tiempo o permanecemos en aquella otra realidad tan dura, tan desgarradora de la negación absoluta de Dios a partir de querer explicarlo todo solo por la razón, ni una cosa ni la otra, ni solo Dios, ni solo el hombre, sino el hombre y Dios en un misterio de alianza en Cristo, rostro humano de Dios, rostro divino del hombre, aquí está el lugar desde donde nosotros podemos reconstruir nuestra propia historia, es en la persona de Jesús donde podemos encontrar fundamento de trascendencia a nuestro proyecto de vida para que no sea por un rato, por un tiempo mientras permanece la existencia sino que tenga carácter de eterno, para siempre, inacabable, desde ahora y para nunca mas terminar, es en Jesús el verdadero rostro de Dios y el rostro mas acabado de lo humano donde nosotros podemos encontrar como la llave a través de la cual construir lo nuestro desde la alianza.

La alianza es el misterio de la encarnación y justamente poniendo nuestra mirada allí en Jesús hecho uno de nosotros donde podemos verdaderamente encontrar rumbo a la perspectiva de la religiosidad en nuestra vida como razón de ser y fundamento de la existencia de lo cultural, de lo humano, dice el Documento de Puebla.

Te invito a desprenderte de una idea que tenés de Dios o tal vez de una negación que tenés de Dios por tu racionalidad animándote a encontrarte con esta locura de Dios hecho uno de nosotros, no es una simple afirmación, no es tan solo una idea, es un hecho, es un acontecimiento que permanece junto a nosotros. Dios se instaló en medio de lo humano haciéndose hombre y así nuestra realidad humana ha sido divinizada. Vos me afirmas que crees, yo me animo a decirte que no sé si crees en el Dios verdadero.

¿No será tiempo de volvernos vos y yo al encuentro con el rostro real de Dios en un niño que nace en un pesebre y se queda con nosotros para siempre?

¿Qué te parece si nos convertimos al verdadero rostro de Dios? Concreto, hecho uno de nosotros para hacernos uno con Él.

Te invito a que compartas tu experiencia mas cercana a este rostro de Dios uno de nosotros. Tal vez haya una experiencia tuya que en la Palabra, en el encuentro con un hermano pobre donde Dios se manifiesta, en la vivencia de los sacramentos, en el encuentro con Dios en la lectura de la historia, de tu propia historia donde te das cuenta que Dios estuvo siempre, que puede ayudarte a anclar tu fe sobre la humanidad de Jesús, eso nos libera de cualquier idealismo, de cualquier fanatismo y de cualquier tipo de ateísmo.

Para hacer vínculo de alianza con el Dios verdadero que da consistencia a nuestro proyecto de vida estamos buscando la manera de desmitificar imágenes personales que podemos haber construido respecto de Dios que no corresponden al rostro real de Dios.

Hemos intentado descubrir como dos corrientes típicamente modernas y posmodernas que reaccionan ante la ausencia del encuentro con el Dios verdadero, el rostro humano de Dios y el rostro divino de lo humano como lo definimos en la persona de Jesús.

Las dos corrientes son, por un lado el fanatismo religioso en fundamentalismo que hacen de una idea de Dios una bandera en torno a la cual dar razones a un montón de comportamientos que justifican la locura humana o el ateísmo que es un modo de cerrarnos al verdadero rostro de un Dios que increíblemente se instaló entre nosotros, es un escándalo la encarnación tanto como la cruz para quienes intentamos racionalizar la fe. Por eso es que queremos como abrir la idea de Dios para el encuentro con el Dios verdadero, un camino que nos puede ayudar en este sentido es la ruta mariana, que son los sentimientos de María, la mirada de ella, el afecto, la presencia.

María como camino, como ruta en sus sentimientos, en sus afectos, en su mirada, en su presencia nos habilita, nos facilita el acceso a Dios porque ella fue en quien se configuró el rostro humano de lo divino, ella misma nos muestra cómo es posible esto que para ella misma también era imposible, “cómo puede ser esto si yo no convivo con varón” Ella nos conduce por el camino de la fe y de su sentir, de su afecto, desde su mirada, desde su presencia y nos habilita a poder encontrarnos con este rostro increíble, un Dios hecho uno de nosotros. Quisiera que le diéramos peso a lo que estamos diciendo para no creer que lo tenemos resuelto, si lo tuviéramos resuelto muchos mas creerían en el Dios que afirmamos, no creen porque nosotros hemos expresado una idea de Dios mas que mostrar, hacer presente e influenciar en la cultura con el rostro del Dios verdadero, por eso existen el ateísmo y por eso existe el fanatismo religioso llamado fundamentalismo porque no hemos terminado de proponer para este tiempo y para los hombres de este tiempo el rostro verdadero de Dios también para este tiempo, ¿Te parece que nos podemos dar el lujo de romper con la imagen que hasta aquí he tenido de Dios para animarme a que Dios me muestre una imagen mas real de su presencia? Vos me podes decir que ya la tenés, yo te digo que no es verdad, de que no la tenés del todo, de que algo podes estar teniendo pero no todo.

Si toda la imagen real de Dios la tuviéramos junto a nosotros las cosas serían distintas en la tarea de mostrar a Dios a los hombres, sería mas creíble, no tendría tanta fuerza el ateísmo ni tanta fuerza el fundamentalismo, en realidad son dos caras de una misma moneda, la misma moneda es la ausencia de un rostro real de Dios hecho presente en quienes decimos que lo conocemos.

Cuando buscamos un modo de vinculación con Dios que sea existencial e integral surge inmediatamente la pregunta ¿Cuáles son los medios para llegar a que se realice esta vocación tan grande, este llamado que surge desde adentro del encuentro con una realidad divina que le pueda verdaderamente dar consistencia integral, integradora, existencial a la propia vida?.

El Padre José Kéntenich ante esta pregunta respondía: “Por designio de Dios el camino, el medio es María, ella ha sido constituida modelo. No solo modelo sino modeladora del hombre y de las comunidades que hacen o encuentran alianza con Dios”. Modelo porque es criatura, redimida que realiza como nadie el llamado a vivir en Jesús, la vida de María es plena comunión con su Hijo, es entrega fraterna a los demás, es servicio a los hombres de todos los tiempos.

Los Obispos en Puebla, decían: “Ella, María, asociada a Cristo desarrolla todas sus capacidades y responsabilidades humanas hasta llegar a ser la nueva Eva junto al nuevo Adán. María por su cooperación en la nueva alianza de Cristo es junto a Él protagonista de la historia”.

Nadie encarnó tanto la realidad del Evangelio como María, nosotros necesitamos el ejemplo suyo a seguir. Los valores que ella comunica tienen una fuerza que nos permiten encontrar allí mismo lo que ella nos regala, lo que estamos buscando, el rostro real de su Hijo, Jesús. Ella nos puede ayudar a liberarnos de una determinada imagen de Dios que tenemos que no termina de darle razón de ser a nuestra existencia, ella nos ofrece y nos entrega al Dios verdadero, a su Hijo Jesús.

Dios en Cristo es un mensaje tan novedoso que si no lo abordamos desde la fe, como dice Pablo hablando acerca del misterio de la cruz puede escandalizarnos o parece que es una tontera, una locura.

Te invito a que comencemos a abrirnos a la posibilidad de desmitificar la imagen de Dios que tenemos para convertirnos al verdadero rostro de Dios en Cristo, María nos conduce en este sentido, nos regala desde su corazón un camino en sus sentimientos, su mirada, su presencia maternal y conmovedora a la hora de abrazar nuestra pobreza, tal vez una de las mas grandes que tenemos de haber hecho de la imagen de Dios un fantoche, pero no un encuentro con el rostro real.