Padre Fares: el paradigma tecnocrático y las manos de Jesús (y de los que lo imitan)

viernes, 19 de julio de 2019
image_pdfimage_print

19/7/2019 – Estimulados por las predicciones de un famoso tecnólogo norteamericano, acerca de que la tecnología “terminará” con el hambre y con las enfermedades de la humanidad, de que “nuestros nietos vivirán 150 años” por las modificaciones genéticas, conversamos con el padre Diego Fares SJ sobre cuál es el lugar (y la voluntad de Dios) en una sociedad que mira todo, especialmente su futuro, a través del paradigma tecnocrático.

Dice Fares que “hay realidades creadas ‘técnicamente’ que no son manipulables ‘técnicamente'”. Y explica: “La técnica puede crear y encauzar, pero una vez que esa realidad se ‘sale’ del laboratorio (y podemos decir que también las ideologías son como ‘laboratorios al aire libre’), destruye lo que la quiere controlar. Solo se puede manipular, como la palabra misma lo dice, ‘a mano’. Y eso cuesta vidas, como la de Jesús que terminó con sus manos agujereadas por haberse entregado para salvarnos a todos”.

Y en cuanto a la mirada positivista de la tecnocracia capitalista que promete solucionar todos los problemas, el padre Fares señaló: “La piedra de toque para salir de esta ‘ilusión’ la expresa muy bien el Papa en Laudato sí. Allí hace ver que la característica más sobresaliente del paradigma tecnocrático es lo que se llama la «rapidación», el progreso que se jacta de crecer a un ritmo exponencial. La mentira se ve en que toda esta tecnología ‘no llega nunca’ con la suficiente celeridad allí donde los pobres necesitan ayuda urgente. Hace tiempo que ‘técnicamente’ estamos en condiciones de erradicar el hambre del mundo, así como muchas enfermedades. Sin embargo, no se hace”.

Los párrafos imperdibles de la reflexión del padre Fares

. Desde el vamos digamos que los avances tecnológicos nos están cambiando a dos niveles: uno más superficial, como eso de que la próxima generación va a vivir 150 años. Digo superficial porque lo de vivir más cantidad de años está en relación con el resto: si el planeta va a estar contaminado de plástico y radioactividad y no va ha haber nietos, no sé si la gente querrá vivir tanto… A nivel profundo, la tecnología está comunicando y unificando todas nuestras experiencias humanas y eso es maravilloso.

. A veces se contraponen las cosas, como si Dios estuviera en la naturaleza y no pudiera estar en la tecnología. No es así. Como dice San Ignacio, a Dios lo podemos encontrar en todas las cosas. Si lo queremos amar y servir y alabar, lo podemos encontrar en todos lados. Nuestro Dios es «Todo en todos» como dice San Pablo. Está es su Creación y Él está en todas partes. También habita en nuestras ciudades, como dice Aparecida. Y de manera especial late en las culturas, que son el corazón de los pueblos. Así que también está en la ciencia, en la economía, en la política, en la red, en la radio…

. Dios no es un solucionador de problemas! Más bien es uno que los provoca, que nos desequilibra, como le decía el Papa a los Obispos alemanes. Dios no es un tapa-agujeros. Hoy este rol de responder a todas nuestras preguntas y solucionar problemas lo cumple Google. En la red encontramos lo que queremos y necesitamos. Es una imagen de cómo la tecnología suplanta a un Dios -o a padres o a educadores- que eran usados como «solucionadores de problemas». Pero hay que abrir los ojos y agradecer que nuestros padres y maestros y Dios, ¡son mucho más que eso! Al independizarnos en muchas cosas, gracias a los avances de la ciencia, podemos relacionarnos con Dios de manera distinta: no para que nos soluciones problemas sino para dialogar con Él como hijos, con Jesús, como hermanos, para colaborar en la creación de un mundo más justo y más hermoso.

. La vida que Dios promete es vida plena. Y la plenitud es más que el placer. Tiene un componente de crecimiento y de esfuerzo en el que no todo es placer. Yo no concibo el Cielo como un lugar placentero, tipo “spa vacacional”, en el que el descanso es «no hacer nada» contrapuesto al trabajo febril en el que nos movemos en la sociedad actual. Hay que hacer el esfuerzo de «sacarse de encima» las imágenes banales. No puedo concebir un cielo en el que queda congelada nuestra capacidad de crecer en el amor a Dios. Ver a Dios cara a cara y tener nuestra morada en su casa hará que se ordenen todos nuestros afectos y ni se nos ocurra apartarnos de su Bondad y de su Amor.

. Las imágenes del Evangelio son de «la plenitud de la vida eterna». Plenitud que comienza ahora, en esta vida. La «alegría que nadie nos puede quitar» se nos da en esta vida. Los frutos del Espíritu Santo se nos dan en esta vida. El banquete, comienza en cada misa. El ciento por uno en hermanos y hermanas en medio del trabajo alegre de anunciar el evangelio, se nos da ahora. Con persecuciones, es verdad, pero la vida eterna ya ha comenzado.

El Señor, más veloz que cualquier App

. El Espíritu Santo, si uno lo invoca para hacer una obra de misericordia, te manda la foto de lo que podés hacer más rápido que Instagram. Y si le pedís ayuda para encontrar alguien con quien compartir una factura y un café calentitos, te da energía para hacer el delivery más rápido que Amazon. Y si ponés en el buscador espiritual “qué necesita de mí mi hermano o mi hermana en este instante”, el Espíritu te responde más rápido que Google. La vida eterna hecha sus raíces y da frutos en esta. La plenitud será un nuevo don. Pero vivirla a pleno ahora ya es suficiente para llenar el corazón y dar sentido a todo.

. El “reino tecnológico del bienestar” trabaja sobre las necesidades, en cambio, el “Reino de Dios”, sobre los deseos. Siempre insisto en la distinción entre necesidad y deseo. La necesidad, cuanto la satisfacés, se apaga. El deseo, en cambio, te dilata el corazón. Si uno hace un beneficio a la gente, no solo se brinda una cosa buena que el otro se lleva, sino que también se dilatan los dos corazones, el del que hace el beneficio y el del que lo recibe. Y juntos sienten deseo de hacer beneficios a otros. Es que el deseo se despierta ante algo -o mejor alguien- que es bello y bueno por sí mismo. Cuanto más amás a alguien, más deseás amarlo mejor!

. Otra diferencia entre los dos reinos puede graficarse en las manos. En Laudato si, Francisco «Apuntando contra el paradigma tecnocrático, contrapone dos actitudes: la de “recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo (nos) la mano”, contra la actitud de “extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana” (LS 106). Recibir y dar contra agarrar y mezquinar. Ahí, en las manos, se ve la diferencia entre los dos reinos. Los ciudadanos del reino de los cielos reciben con agradecimiento, esperando su turno con respeto y paciencia, y dan con alegría. Y más que dar cosas «se dan a sí mismos». Los ciudadanos del reino de la tecnocracia manotean con avidez todo lo que pueden, lo esconden en cajas de seguridad, lo consumen solos y no dejan caer ni las migas para los pobres.