Una Navidad desconcertante

lunes, 23 de diciembre de 2013
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23/12/2013 – En la Catequesis de hoy, inciamos la semana de la Navidad intentando adentrarnos en el pesebre. Dios viene a nacer en medio de nuestras circunstancias que no son las mejores. Así como estamos, Él viene a traernos luz y vida nueva.

“Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: "El que se gloría, que se gloríe en el Señor". 1 Cor.1, 26-31

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Navidad en el desconcierto

La perspectiva paulina nos pone en sintonía con la Navidad y el pesebre, con la fragilidad y la pobreza de todos y cada uno de los aconteceres alrededor del acontecimiento de que Dios se hizo uno de nosotros.

– Es una joven Virgen, que vive en un pueblo, Nazaret, perdido en el mundo, la que recibe la noticia.

– Es un esposo desconcertado el que acompaña el camino.

– Es una prima que es estéril y que está embarazada la que recibe por primera vez el anuncio.

– Es su marido que no ha creído lo que Dios ha podido hacer y ha quedado enmudecido frente al acontecimiento.

– Es toda una sociedad que no comprende qué pasa.

– Es Herodes, dispuesto a matar al niño si se va a constituir en el Rey de los judíos.

– Son los pastores, malandras de aquellos tiempos, los que reciben la noticia de parte de los ángeles, para que vayan a ver un signo tan pobre como un niño envuelto en pañales.

– En la noche, es una estrella que muestra el camino a los magos de Oriente.

Todo es poco, todo es nada, todo es frágil lo que indica la presencia del Salvador. Y allí acontece la Navidad.

Hoy queremos decirnos a nosotros mismos que va a ser Navidad. Y decírnoslo, no por que estan dadas las mejores condiciones para que así sea, sino por la decisión que Dios ha tomado de que sea Navidad. Y ésta es una perspectiva que yo quisiera hoy proponerte: la descripción más cruda de todo lo que supone hoy para que vos no estés en fiesta ni puedas celebrar, y al mismo tiempo decirte que allí donde no hay espacio para lo celebrar, va a ocurrir la Navidad, como en el pesebre.

Allí donde todo se hace contradictorio, Dios ha elegido estar. Hoy quisiéramos compartir con vos esto: en medio de la fragilidad y vulnerabilidad, Jesús viene a estar y a habitar. Vos podés decir Navidad en mi casa, y la lista de tu pesebre, de tu pobreza, de tu fragilidad, de tus desaciertos, tus fracasos y tus sinsentidos. Sin embargo, a pesar de que esto es muy cierto y oscuro, en medio de todo aparece esta Luz de vida y realmente manifiesta en tu corazón, como en el de María y el de José, que Dios tomó la iniciativa y determinó que fuera fiesta en medio de la noche.

Por eso te invito a que le hagas lugar a la fiesta, que te abras a la posibilidad de la paz, a la gracia y al don de la alegría, la fortaleza, la determinación de ir hacia delante cuando todo dice hay que ver cómo se acomodan las cosas. Esto de ir hacia adelante, de tener gozo, alegría, esperanza y paz, es posible solo porque hay Alguien que decidió que sea el nacimiento de un tiempo nuevo. Te invito a que creas.

El ejercicio que vamos a hacer va a ser doble: hacer una descripción clara de cómo es tu pesebre real hoy, todo lo que en tu vida supone que hoy no hay lugar para la Navidad. Por tu desencuentro, tus incoherencias, tus faltas de compromiso, porque a pesar de que intentás no te sale, por tus heridas, por tu tristeza, porque tu estado de ánimo no da para la Navidad, porque lo tomás como una cosa, por todas esas condiciones que te hacen decir que no están dadas las cosas para que sea Navidad. Y al mismo tiempo, decir “que sea Navidad”, decirte que sea Navidad en medio de… tu pesebre real, todo lo que es no lugar para la Navidad, porque en un rinconcito, te aseguro, el Señor está dispuesto a que sea Navidad también en tu vida.

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Jesús no nace en las mejores condiciones

Qué bueno para este mundo desconcertado y sin rumbo, en tiempo de crisis global, tal vez encontremos en la figura de María y de José, el rumbo. María, embarazada, sin entender cómo puede ser esto. José, desde el apartarse porque no entiende, y que siente temor de estar frente a lo que ocurre. Las circunstancias luego se complican, en Belén no encuentran lugar. Cuando nace, todos van a saludarlo, y al mismo tiempo los Reyes le avisan que Herodes lo quiere matar, por lo que hay que huir a Egipto. El futuro es el exilio, la distancia, con todo lo que supone de adaptabilidad a una nueva cultura y un nuevo proyecto. Todo esto es embarasoso.

En el comienzo mismo en que aparece Dios en medio nuestro, al mismo momento en que se manifiesta, todo atenta contra su presencia. El desconcierto es total. Salvo la mirada creyente, entregada, pura, limpia de María. El resto participa de lo que todos participamos de suyo a la hora de encontrarnos con este mensaje: Dios se hizo uno de los nuestros. ¿Cómo es que podemos permitirnos celebrar la Navidad en estos tiempos embarazozos? Mirando el desconcierto de aquellos que pudieron celebrarla. La historia empieza a tener un rumbo distinto a partir de la presencia de Jesús en la historia, de ellos y también en la nuestra. Para ello hay que creer que Dios ha venido a instalarse en medio nuestro. Dios está como pendiendo de un hilo: el Todopoderoso pende de las circunstancias de la historia, tan frágil, con la que le damos la bienvenida a su presencia.

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Darle lugar a la paz de Belén

En medio de todo esto, Dios está, por más que sea difícil de comprender. Él, de adentro y de afuera, te rodea y te colma, con el mensaje propio de la Navidad: PAZ.

Hay dos mensajes que dan comienzo y cierran el Nuevo Testamento: el mensaje de paz de Belén y el del tiempo de la resurrección. La paz es el concierto de lo desconcertado, no como el equilibrio que logran establecer dos fuerzas opuestas, sino la armonía de la puesta en la misma escena de lo diverso. Uno dice ¿Cómo puede ser que todo esto convive en el mismo espacio? Porque es un don, un regalo, una bondad con la que Dios se nos ofrece: su PAZ.

El profeta Isaías lo dice bellamente: van a convivir el lobo y la pantera, en un mismo espacio estarán el cordero y la bestia, el niño va a meter la mano en el hueco de la serpiente y no le hará daño. Esta es la presencia mesiánica de Jesús, que viene con este don que hace que concierte en un mismo sentido lo que aparentemente no puede convivir en un mismo lugar.

Abramos nuestro corazón a lo que Dios nos pide, digamos amén, hágase tu voluntad, y seguramente este acto creyente en medio de lo desconcertante de nuestra historia nos va a permitir encontrar una mirada superadora, donde lo distinto puede convivir en un mismo sentido.

Para celebrar la Navidad hace falta pararse frente a lo incomprensible, no se puede celebrarla sin incomprensiones. Uno tiene que tener una cuota de desconcierto, sino es como que está fuera de foto. Todo está desconcertado. Por eso es un tiempo propicio este momento histórico, porque también uno se pregunta, mirando hacia el futuro, ¿cómo vamos a salir adelante de todo esto? El Señor nos invita a dejarnos conducir, a bajar los decibeles de nuestro orgullo, omnipotencias, rigideces, nuestra incapacidad de sorpresa frente a lo nuevo, de repetirnos, nos invita a liberarnos de la rutina y darle lugar al que viene, al que trae la novedad, al que nos dice que va a haber que cambiar para que las cosas sean distintas. Sino, se permanece en el mismo círculo de conformidad al que se pertenece, y se dice a sí mismo: mañana voy a intentarlo, pero como siempre lo hice.

No hay forma de salir hacia delante si no innovamos. Y eso no significa hacer el gran cambio, el generar una ruptura tan grande con el pasado que todo quede fuera de lugar. No, una cosa es estar desconcertado y otra es estar absolutamente fuera de foco. Innovar es, como hace el buen administrador, sacar del baúl lo viejo y lo nuevo y compaginarlo en un sentido distinto. Es saber pensar la propia historia y la que uno comparte con otros, y ver cómo se puede ver el futuro con lo nuevo que éste trae, y con la historia que nos acompaña. Es un ejercicio bello, sabio, donde evidentemente hay que concertar, bajo un mensaje superador que nos trae una luz distinta donde es posible que convivan los opuestos. Ése es el mensaje de PAZ de la Navidad.

 

Padre Javier Soteras