Tu poder multiplica la eficacia del hombre, y crece cada día, entre sus manos, la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña y nos dijiste: «Venid y trabajad.» Nos mostraste una mesa vacía y nos dijiste: «Llenadla de pan.»
Nos presentaste un campo de batalla y nos dijiste: «Construid la paz.» Nos sacaste al desierto con el alba y nos dijiste: «Levantad la ciudad.»
Pusiste una herramienta en nuestras manos y nos dijiste: «Es tiempo de crear.» Escucha a mediodía el rumor del trabajo con que el hombre se afana en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Por los siglos. Amén.