Desde el vientre materno, desde antes de mi tiempo y mi conciencia, crees en mí.
Mucho más que yo mismo. Crees que puedo, que valgo.
Cuentas con mis manos y mis pasos, con mis flaquezas y mis talentos.
Cuentas con mi amor, que es tu reflejo. Con mi fe, que es tu regalo.
Y me haces imprescindible para construir el Reino.
Eso me asusta y me ilusiona, me provoca y me invita.
Tú sabras lo que haces, Señor, al confiar en alguien tan frágil.
Pero por intentarlo no va a quedar.
Aquí estoy.