Aunque yo pensaba:”en vano me fatigué, por nada e inútilmente gasté mis fuerzas”, sin embargo, el Señor defendía mi causa, mi Dios guardaba mi recompensa.
Y ahora habla el Señor, aquél que desde el vientre me formó como siervo suyo, para que le trajera a Jacob y le reuniera a Israel.
¡Tan valioso soy para el Señor y en Dios se halla mi fuerza!”
Isaías 49 4-5
Cuando el desánimo gana la partida en nuestra vida, cuando pareciera que nuestros esfuerzos no valen, cuando pedimos y sentimos que Dios caya en nuestras vidas. Es allí el momento donde más debemos aferrarnos a la oración. Recordar las palabras de Isaías: ¡Tan valioso soy para el Señor y en Dios se halla mi fuerza!
Pidamos la gracia de Confiar en que Cristo no nos abandona, que camina a nuestro lado. Conoce nuestros deseos, anhelos y tristezas. No nos dejemos vencer por la desesperanza.