“Hay un espacio en mí sobre el cual nadie tiene poder. Es el espacio donde Dios habita en mí. Allí entro en contacto con mi verdadero yo. Allí soy por entero yo mismo. Allí mi yo está protegido. Allí crece mi autoestima y soy cada vez más yo mismo”.
“En ese espacio nos sentimos seguros y podemos escapar de la tiranía de la cotidianeidad y concentrarnos en nosotros mismos. En él llegamos a ser libres. En ese espacio de autenticidad, Dios habita en nosotros. En nuestra vida cotidiana nos sentimos a menudo determinados por las expectativas de los demás, por la presión a la que estamos sometidos y por la incertidumbre”.
Anselm Grun, El Espacio Interior