Una palabra tuya bastará

martes, 3 de abril de
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Mi corazón está vacío.
Vacío de sentido, de amor verdadero. Tengo sed, siento sed. Nada de lo que hago sacia esa sed.
Me encuentro buscando paz en lugares que, de a poco, me van vaciando más y más.
Siento que no tengo descanso, que no encuentro reposo, que siempre sigo girando en la misma rueda de hamster,
enroscada en los mismos problemas, repitiendo una y otra vez los mismos errores.
Sólo una palabra tuya bastará para salvarme.
María va a buscarte al sepulcro y lo encuentra vacio ¿Qué sentido tiene un sepulcro vacío?
Ella se acerca hasta donde creía que estabas para encontrar un poco de consuelo en su dolor porque te habías ido Vos.
El único que no la juzgó, que la abrazó, que la sanó, que sació su sed de amor, estaba muerto. Y no te encuentra.
Desconsolada, te vió y su dolor no le permitió reconocerte. Cuántas veces te manifestás en mi vida y estoy tan ensimismada en mi dolor
que no puedo reconocerte…
Y Vos le dijiste su nombre.
Una palabra tuya bastó para sanarla. María, le dijiste, y todo se aclaró, volvió la esperanza, se disipó la tristeza.
Con cuánta ternura debés haberle dicho siempre su nombre, de que manera tan particular la nobraste como para que te
reconozca al escuchar su nombre salido de tus labios.
Y así como le dijiste María hoy me mirás con ternura y repetís mi nombre.
Y no dejás de repetirlo, todo el tiempo. Cuando tengo sed, cuando no encuentro la salida, cuando mi corazón deja de
ser una sagrario para convertirse en un sepulcro vacío… ahí estás vos repitiendo mi nombre con amor una y otra vez.
Patricia, Julia, Jésica, Luisa, Julieta, Cynthia, Agustín, Pablo, Gustavo…
en el María que proclamaste están todos nuestros nombres, porque los tenés impresos en tu corazón prendido fuego por
nosotros. Porque somos tus amigos más queridos, porque no podemos nada sin vos, porque en Vos nos fortalecemos.
Porque estás vivo, porque resucitaste, porque no nos dejás caer.
No dejes de repetir nuestros nombres, Jesús, cuando te miramos sin reconocerte.
Una palabra tuyra bastará para sanarnos.

En el silencio de la noche,

En la penumbra de mi alma.

Adónde ya no hay esperanza, adónde todo es dolor…

Una Voz renace en lo profundo

Una Voz que quema de amor.

 

Cynthia Miranda