En octubre del 2020 celebramos la beatificación de Carlo Acutis, el adolescente ciberapóstol que con su alegría y amor por Jesús cautivó a grandes y a chicos. Carlo decía que era la eucaristía su autopista al cielo.
Su gran devoción por la eucaristía no es un caso exclusivo de Carlo y existen otros ejemplos como Pier Giorgio Frassati, que todas las mañanas participaba de la misa y de una adoración eucarística, y a la tarde, decía, Jesús le devolvía la visita en los pobres. Hoy queremos contarles la historia de “Nennolina”,una niña de 7 años miembro de la Acción Católica, que vivió con gran amor a Jesús y le ofreció sus sufrimientos.
Venerable Antonietta Meo (15 de diciembre de 1930 – 3 de julio de 1937), conocida cariñosamente como “Nennolina”, expresaba esta frase al visitar a Jesús en el tabernáculo: “Jesús, ven a jugar conmigo”, ella encontró en Jesús a un gran amigo y compañero de vida cotidiana. “Querido Jesús, mañana ven a la escuela conmigo” decía.
Algunos teólogos consideran a Antonietta como una niña mística por la profunda e íntima relación que tenía con Jesús y la Virgen María, esto queda reflejado en las cartas que en principio dictaba a su madre y en las últimas que ella misma escribió. La primera carta tiene fecha del 15 de septiembre de 1936, en la misma se lee: “Querido Jesús, hoy voy de paseo y voy a mis monjas y les digo que quiero hacer la primera comunión en Navidad. Jesús ven pronto a mi corazón que yo te abrazaré muy fuerte y te besaré. Oh, Jesús, quiero que te quedes siempre en mi corazón.”.
A Jesús le escribió más de 100 cartas, otras a la Virgen María, a Dios Padre, al Espíritu Santo, una a santa Inés y otra a santa Teresita del niño Jesús. Ella colocaba todas estas cartas debajo de una imagen del niño Jesús, colocada a los pies de su cama, para que en las noches Él las leyera.
Su última carta tiene fecha del 2 de junio de 1937, su madre recordó: “Me senté a la cabecera de su cama y escribí lo que Antonieta me dictaba: “Querido Jesús crucificado, yo te quiero tanto y te amo tanto. Yo quiero estar contigo en el Calvario. Querido Jesús, dile a Dios Padre que también a él le quiero mucho. Querido Jesús, dame tú la fuerza necesaria para soportar estos dolores que te ofrezco por los pecadores”». «En ese momento», dijo la madre, «a Antonietta le entró un violento ataque de tos y vómito, pero en cuanto se le pasó quiso continuar: “Querido Jesús, dile al Espíritu Santo que me ilumine de amor y me llene de sus siete dones. Querido Jesús dile a la Virgen que la quiero mucho y que quiero estar junto a ella. Querido Jesús te quiero repetir que te quiero mucho mucho. Mi buen Jesús en ti encomiendo a mi padre espiritual y hazle las gracias necesarias. Querido Jesús en ti encomiendo a mis padres y a Margherita (su hermana). Tu niña te manda muchos besos”.
Esta carta llegó a las manos del Papa Pio XI y un delegado enviado por él, le llevó a la niña la bendición apostólica y él le contó que el Papa se había conmovido mucho leyendo la carta.
Antonieta Meo, nació en Roma el 15 de diciembre de 1930. A los 5 años se inscribió en la Acción Católica y antes de cumplir los 6 años le diagnosticaron osteosarcoma, un cáncer a los huesos que estaba muy avanzado y obligó a que le amputaran la pierna izquierda. Con la ayuda de una prótesis empezó a asistir a la escuela primaria a los 6 años. Sufría muchos dolores pero todo se lo ofrecía a Jesús. “Cada paso que doy que sea una palabrita de amor”, afirmó. También se recuerda que quiso celebrar el aniversario de la amputación con un gran almuerzo y una novena a la Virgen de Pompeya porque gracias a esta intervención había podido ofrecer su sufrimiento a Jesús.
La noche de navidad de 1936 recibió el sacramento de la primera Comunión y este día escribió: “Querido Jesús Eucaristía, estoy muy contenta de que hayas venido a mi corazón. No te vayas nunca de mi corazón, quédate siempre, siempre conmigo”. Pocos meses después recibió el sacramento de la Confirmación.
Antonietta falleció el 3 de julio de 1937, unos días antes había recibido el sacramento de la unción de los enfermos.
El 17 de diciembre del año 2007 el papa Benedicto XVI la declaró venerable y tres días en un discurso dirigido a la Acción Católica afirmó:
“¡Qué ejemplo tan luminoso dejó esta pequeña coetánea vuestra! Aunque era una niña frágil, logró dar un testimonio fuerte y robusto del Evangelio, y dejó una huella profunda en la comunidad diocesana de Roma. Su vida, tan sencilla y al mismo tiempo tan importante, demuestra que la santidad es para todas las edades: para los niños y para los jóvenes, para los adultos y para los ancianos. Cada etapa de nuestra vida puede ser propicia para decidirse a amar en serio a Jesús y para seguirlo fielmente. En pocos años Nennolina alcanzó la cumbre de la perfección cristiana que todos estamos llamados a escalar; recorrió velozmente la “autopista” que lleva a Jesús.”