Te invitamos a vivir un tiempo especial, a compartir con Jesús momentos importantísimos de su vida donde en cada paso va dejándonos algo que aprender con todo su amor.
La Cuaresma es un tiempo de preparación, son 40 días antes de la Pascua del Señor, nos preparamos como cristianos para contemplar el misterio de la muerte y resurrección de Jesús que es, sin dudas, el milagro de amor más grande, un Dios, hecho hombre, que murió por nosotros, por nuestros pecados.
Cada vez que hay un acontecimiento importante a nuestro alrededor dedicamos un tiempo especial para estar listos para vivirlo. A veces son unas horas antes de una fiesta en las que nos preocupamos por vestirnos para la ocasión, perfumarnos y ponernos lindos para estar al tono. Con eventos un poco más importantes nos tomamos días y a veces semanas antes, en las que trabajamos con esmero para que todo quede impecable; adornamos nuestras casas, o el lugar de la fiesta, preparamos la comida, compramos lo necesario con anticipación, seleccionamos la ropa adecuada, hacemos listas, pedimos ayuda y demás para que ningún detalle se nos escape ante el evento que se viene.
Así ocurre también con la Pascua, pero aquello que debemos preparar, la casa que vamos adornar y todo lo que alistaremos en este tiempo, gira en torno a nuestro corazón. Se trata, en este tiempo, de acercarse más a Jesús, de vivir nuestra fe con una intensidad aún más grande que en los tiempos ordinarios, e incluso que en la Navidad, para que, llegada la semana Santa, podamos acompañar a Jesús a través del camino de la cruz y podamos resucitar con Él, para que nuestra fe se alimente de semejante misterio y nuestro corazón se cargue de pilas para vivir el año.
La Iglesia propone varias maneras para poner en forma nuestro corazón en este tiempo:
La cuaresma es tiempo de reconciliación, perdón, y penitencia: se trata de reconocernos pequeños ante Dios y también delante de nuestros hermanos; la humildad de corazón es un camino seguro para llegar a Jesús… Aprovechemos este tiempo para acercarnos a confesarnos, para charlar con Jesús y pedirle perdón, para reconciliarnos con nuestros hermanos e incluso con nosotros mismos; ablandemos nuestro corazón, con la ayuda del Señor, saquémonos de encima el odio, la envidia y los rencores cotidianos.
El ayuno es, quizás uno de los más conocidos rituales de este tiempo; sin embargo cada año debemos preguntarnos porqué lo hacemos. No siempre dejar de comer carne es un sacrificio que entregamos al Señor, muchas veces se hace por costumbre e incluso sin notarlo, sobretodo cuando no somos los encargados de la comida. Ayunar significa abstenerse de algo, y la idea de ayunar de carne o de comida nos invita a desprendernos de algo importante, implica deshacerse de una actitud consumista, propia de nuestras sociedades para entregárselo a Jesús. No es “hacer dieta” porque es cuaresma, se trata de alimentarse más del verdadero Pan de Vida que es la Eucaristía.
Hay muchas otras formas de ayunar, podemos abstenernos de usar el celular, o proponernos no enojarnos y sonreír más, aunque nos cueste; hablar menos y escuchar más, comprometernos a ayudar en casa, levantarnos a horario, e incluso unos minutos antes, y comenzar el día en oración; y fundamentalmente entregarle un poco más de nuestro tiempo a Dios intentando vivir esta preparación con fuerza y compartiendo con los demás la alegría de sentirse más cerca de Jesús, orando por los hermanos y ofreciendo nuestros corazones.
Que tengas una buena cuaresma, un abrazo en Jesús y bendiciones.