CONFECCIÓN DE GUIONES
GENERALIDADES
INTRODUCCIÓN / ENTRADA
Lo primero que hacemos los cristianos, al celebrar la Eucaristía, es reunirnos con otros cristianos. ¿Y eso para qué? Para orar juntos. Para escuchar la Palabra de Dios. Para ofrecer el sacrificio de Cristo. Para participar de su Cuerpo y de su Sangre en la comunión. Para crecer en nuestra fe y reafirmar nuestra identidad cristiana en medio de este mundo. Nos sentimos miembros de una Iglesia y convocados por Dios para celebrar nuestra Pascua semanal en torno a Jesús Resucitado. Por eso los cristianos somos invitados no a “oír” misa o “asistir” a algo que hacen otros, sino a PARTICIPAR, a CELEBRAR la Eucaristía.
¿Qué tener en cuenta en esta parte del guión? La monición introductoria:
LITURGIA DE LA PALABRA
Las Lecturas
Luego de reunirnos y constituir la Asamblea, escuchamos las lecturas bíblicas, la Palabra de Dios. ESCUCHAR es algo más que oír. Es atender, ir asimilando y haciendo propio lo que se dice. Escuchamos a Dios, nos abrimos al Dios que nos dirige su Palabra. Él nos habla aquí y ahora, nos comunica su proyecto de salvación y su cercanía, y nos invita a la comunión de vida con Él. Nuestro Dios no es un Dios mudo y lejano. Se hace presente. Nos dirige su Palabra. La Palabra que nos dirige Dios es una persona: Cristo Jesús, el Resucitado, el que se nos comunica como Palabra viviente de Dios.
¿Qué tener en cuenta?
La Oración universal o de los fieles
Es universal, porque la asamblea pide que el hecho salvífico anunciado en la Palabra se cumpla para todos los hombres, según la voluntad del Padre. Es universal también, porque esta comunidad celebrante, aunque pequeña, está en comunión vital con la Iglesia universal, y comparte con ella las mismas preocupaciones e intenciones.
Porque es la oración de todos los fieles congregados en la asamblea. El nombre de “oración de los fieles” hace referencia al tiempo en que se realizaba la despedida de los catecúmenos en este momento de la celebración, después de la homilía, y que quedaban sólo los “fieles” para la Eucaristía, empezando precisamente su actuación con esta oración.
La motivación teológica es clara: “el pueblo ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres” (OGMR 69). La comunidad cristiana se sitúa, pues, de mediadora entre Dios y el resto de la humanidad y de la Iglesia para interceder por ellas.
¿Cuándo? De por sí, siempre (no solamente los domingos o solemnidades); es un elemento normal de la liturgia de la Palabra. Así lo presenta OGMR 69. OLM 30 y 31 la presentan igualmente como uno de los elementos y ritos normales de la liturgia de la Palabra.
¿Cómo se hace? ¿Quién o quiénes la hacen? (cf. OGMR 69 y OLM 30 y 31) Hay que notar que se compone de cuatro partes: introducción del presidente de la celebración; formulación de las intenciones por el diácono o el cantor; respuesta de la asamblea; y oración conclusiva del presidente de la celebración.
Las llamadas “peticiones” van dirigidas a la Asamblea, a la cual se invita a unirse a la oración por necesidades concretas. Tales “peticiones” no son oraciones dirigidas al Padre o a Jesús. Lo mismo cabe decir de la introducción del presidente: no es una oración dirigida a Dios. Es más bien una invitación dirigida a la Asamblea para que se una en oración por las intenciones que se le van a proponer. La respuesta de la comunidad. “Te lo pedimos Señor” u otra similar, es la verdadera “Oración de los Fieles”, la intervención que la comunidad protagoniza y que se dirige a Dios.
Esta oración tiene la forma de una letanía, y las letanías son para ser cantadas a modo de “mantra” y así crear un ambiente de oración. La preocupación por el “qué” (contenido) de las intenciones debe ir acompañada por la preocupación del “cómo” (modo) en que se expresan. Es importante hacer notar una alternativa que presenta el nº 31 del OLM: ” La asamblea participa de pie en la oración, diciendo o cantando la invocación común después de cada intención, o bien orando en silencio (cf. OGMR 71)”.
“Las series de intenciones, normalmente, serán las siguientes:
a) por las necesidades de la Iglesia
b) por los que gobiernan el Estado y por la salvación del mundo.
c) por los que sufren cualquier dificultad.
d) por la comunidad local.
Sin embargo, en alguna celebración particular, como en la confirmación, matrimonio o exequias, el orden de las intenciones puede amoldarse mejor a la ocasión.” (OGMR 70). Es pues, una oración suplicatoria, no es momento de expresión de motivos de acción de gracias; y universal, lo cual no excluye las peticiones por necesidades particulares.
Las intercesiones son acogidas; por la asamblea con una respuesta que puede ser muy variada, pero debe ser coherente con la naturaleza de la petición.
Deberá cuidarse la homogeneidad del estilo. En lo posible evitar las peticiones largas, porque cuando terminamos de escucharlas, nos olvidamos qué comenzamos a pedir.
LITURGIA EUCARÍSTICA
La Colecta u ofrenda de bienes
La Procesión con las ofrendas
El sacrificio lo realizó Jesús de nazareth hace dos mil años. Se ofreció a sí mismo a Dios, en solidaridad con todos los hombres, hasta las últimas consecuencias. Es la ofrenda de su propia persona. En la Eucaristía celebramos el memorial del sacrificio de la cruz, y en ella el mismo Señor lo actualiza para nosotros y nos hace partícipes de su entrega pascual. Por tanto, no es un simple recuerdo del pasado. No es otro sacrificio lo que ofrecemos en la misa, tampoco una repetición. La entrega de Cristo en la cruz ha quedado perpetuada en Él, el Señor glorioso y resucitado. Aunque en este momento debemos hablar más apropiadamente de Preparación y Presentación de los dones. El verdadero ofrecimiento vendrá luego de la Consagración eucarística. Por ello aquí sólo traemos pan, vino y agua para la Eucaristía. Presentamos de los mismos bienes con que Dios nos ha bendecido, pero a los que se les incorpora el trabajo humano. No acercamos trigo y uva, sino pan y vino.
¿Qué tener en cuenta en el guión?
La Comunión
Después de comulgar con Cristo-Palabra, somos invitados a comulgar con Cristo-Pan. El pan y el vino que se trajeron al altar se han convertido en una nueva realidad: la persona misma del Señor Resucitado. La eucaristía es nuestro alimento espiritual. Cristo ha querido dársenos Él mismo como alimento y alegría espiritual. Y lo ha hecho con un signo que todos entienden: comer pan y beber vino. Por otra parte la Comunión nos va construyendo como comunidad fraterna, porque comulgamos junto con otros. Recibimos el Cuerpo eucarístico de Cristo, para que vayamos siendo cada vez más claramente el Cuerpo eclesial del mismo Cristo. La Comunión es el momento culminante de la misa, su gesto principal. Es el momento en que debemos expresar nuestro más profundo agradecimiento al que ha querido ser nuestro alimento para el camino.
LA DESPEDIDA
Si al principio de la misa nos sentimos convocados, al final deberíamos sentirnos enviados. Volvemos a nuestra historia y a nuestra vida.