El que mucho abarca, poco aprieta

jueves, 26 de noviembre de
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Muchas veces como jóvenes comprometidos en la Iglesia, la que tanto amamos, cuidamos y queremos conocer siempre un poco más, estamos al servicio. ¿Pero ese servicio es el que Dios quiere para mi vida? ¿O soy yo quien se mete cada vez en más cosas para ocuparme de otros asuntos además de los que ya tengo que cumplir?

Son preguntas difíciles, pero necesarias.

Creo que muchas veces nos emocionamos, nos encanta estar al servicio, nos fascina saber que cuentan con nosotros y que somos necesarios, pero no indispensables, así como estamos nosotros, hay mucha más gente al servicio.

Pero no tiene nada de malo el querer estar siempre dispuestos a servir, es una característica hermosa de las personas: ser servicial.

Una vez un cura amigo me dijo “El que mucho abarca, poco aprieta” y me marcó para toda la vida, me llenó de preguntas la cabeza y el corazón, pero esta pregunta resonó más que todas las otras: “¿Yo estaré abarcando mucho y apretando poco?”

Sentí que Dios me estaba hablando en esa simple frase, y como soy una persona muy inquieta, decidí buscar las respuestas a mis preguntas.

Empecé por mis apostolados. Yo sentía que daba mucho de mi, y que apretaba con todas mis fuerzas, así que ahí no era donde estaba floja. Busqué en el colegio, y bueno tan mal no estaba, busqué en mi familia, y me di cuenta que el servicio siempre quedaba puertas afuera, y muchas veces me lo hacían notar. También busqué en mi corazón y me di cuenta que lo llenaba de cosas, pero solo para tapar agujeros.

Y comprendí de lo que Dios me hablaba, a Él le encantaba mi disponibilidad para con los demás, pero le entristecía que yo no pueda ofrecerme lo mismo, ni a mi familia. Él quería armonía en todos los ambientes de mi vida, y yo solo me ocupaba de llenarme de cosas para no mirar hacia dentro.

Pero cuando uno le confía todo a Dios, hace maravillas, se encarga de organizarte, de mostrarte todos los caminos, de prestarte la linterna, de que tengas los cordones bien atados y que en la mochila no te falte nada. Y te hace saber que le podes mandar los mensajes necesarios, llamar cuando haga falta, que Él va a contestar a tus llamados.

Les cuento esto, porque puedo ver por muchos lados gente abarcando mucho, y apretando poco, cada uno con su historia. No se olviden nunca que Dios nos quiere al servicio, repartiendo su amor POR TODOS LADOS, no por sectores, y que Él siempre está para tirarnos un salvavidas.