Sobrenaturalidad vincular en la perspectiva mariana

martes, 15 de noviembre de 2011
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Lucas 1, 39-45

“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá, entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno e Isabel, llena del Espíritu Santo exclamó: “Tu eres bendita entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, ¿quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.” 

 

Oración

“Queremos pedirte, Virgen María, que nos visites, que llegues hasta donde nos encontramos. Que la presencia tuya colme nuestro corazón, que nos protejas con el regalo de la Gracia de venir con tu Hijo ahí a donde nosotros necesitamos crecer en espacio de libertad y de sanidad, sobretodo en los vínculos. Ven María y visita a nuestros enfermos, a los privados de libertad, Hazte presente visitando a los matrimonios que se encuentran bajo algunas preguntas que oscurecen su mirada hacia el futuro y sienten que están en crisis. Acompaña a los jóvenes con tu visita, en este tiempo de esfuerzo por su estudio para alcanzar las notas que se necesitan para el próximo año poder desarrollar mejor su capacidad intelectual y capacidad de comprensión, y también a los que están en finales de exámenes. Ven con tu presencia María de visita, trae luz también de la mano de tu Hijo. Como sede de la Sabiduría te pedimos que visites a los jóvenes en este tiempo de estudio. Ven y visítanos a nosotros, los consagrados María, necesitamos tener un discernimiento claro de cuál es nuestro lugar dentro del concierto grande de la vida de la Iglesia llamada a transformar la realidad tan desafiante a estos tiempos que corren. María visítanos y sobrenaturaliza nuestra vida haciéndonos bien concretos frente a los tiempos que corren, comprometidos como ciudadanos capaces de transformar lo que tu Hijo, en su señorío, pone entre nuestras manos.”

 

1.- Dios entre nuestras cosas

En este lugar de la vida evangélica, donde María es visitada por el Ángel y sale a visitar a su prima Isabel, aparece la sobrenaturalidad vincular, entre estas familiares cercanas entre sí surge una relación que ahora no está marcada por la sangre ni por la carne sino por la vida en el espíritu. El vínculo de ellas ha crecido por esta gracia que el Señor le regala, una dimensión nueva, la que el Espíritu ha creado a partir de la obra que Dios va haciendo, tanto en María como en Isabel. Nosotros también necesitamos reacomodar nuestras cosas en los vínculos cotidianos y al mismo tiempo pedirle a Dios que se entremezcle una vez más en nuestra cocina y en nuestra oficina, nuestro taller y mientras estamos en el aula, como educadores, servidores públicos, que esté allí presente la Madre de Dios con su Hijo Jesús, como lo hizo con Isabel, para que lo nuestro, lo cotidiano, también tome carácter de trascendente, de eterno. Esto es lo que ocurre cuando Isabel se saluda con María, se abre el cielo y la eternidad se hace presente en el Dios que, hecho hombre, está en el vientre de María. El cielo se ha acercado a esta mujer, que en su esterilidad se vio sorprendida en la vejez siendo madre de aquél que Dios tenía preparado como precursor del camino del redentor, y entonces, todo su desconcierto se ve ahora concertado en la cercanía del cielo. Así también nosotros, en la vida, nos vemos más de una vez sorprendidos por circunstancias que nos descolocan. Son a veces buenas noticias, a veces son noticias que no son esperadas, que no son malas pero que vienen a romper la armonía de lo que veníamos llevando adelante y en ese concierto desconcertante de la presencia de Dios que guía la historia, necesitamos que él también nos muestre el camino por donde transitarla, y para eso requerimos de su luz y de su presencia que sobrenaturalice nuestra mirada, que le de mayor perspectiva, que no nos haga quitar los pies de la tierra, pero al mismo tiempo que nos permita descubrir la cercanía del cielo.

 

2.- Vivir el cristianismo de una manera elevada

Cuando hablamos de sobrenaturalizar los vínculos, hablamos de elevar la capacidad de relación entre nosotros y a veces la sobrenaturalidad viene de la mano de despertar la ternura, la frescura en la relación, la transparencia, la ida y vuelta en un diálogo sencillo, claro, reconciliador. Revalorizar lo vincular desde la sobrenaturalidad por una presencia escondida, normal, sencilla, concreta, de un Dios que viene junto a María para que nosotros podamos, con mucha fortaleza, asumir los desafíos que se ponen por delante, llevar las cargas de la debilidad propia que tenemos y que se muestra en nuestras heridas históricas o en nuestra enfermedad presente, sobrenaturalizar los vínculos no es hacer una volada manera de vivir el cristianismo sino de una elevada manera de vivir el cristianismo, es decir, normalmente, las cosas nuestras de todos los días, en el aprecio particular por lo simple y por lo sencillo. Fíjate vos como, este vínculo entre María e Isabel, está cargado de ese contenido: “Apenas oí tu saludo el niño saltó de alegría en mi vientre”. No es que se sintió transportada al cuarto cielo y de repente vio que el Espíritu Santo descendía sobre ella, no, no, ocurre una cosa muy simple, muy sencilla, un saludo que sacude las entrañas de Isabel, lo más entrañable suyo, su niño, se mueve dentro de ella así como saludando con la conmoción de la Madre, de Isabel, a María que llega también para saludarla y acompañarla. Sin duda en el servicio hay sobrenaturalidad vincular y de compromiso de la caridad para con los más necesitados, se juega una parte importante de la sobrenaturalidad en los vínculos. Sobrenaturalidad en los vínculos significa simple y sencillamente elevar nuestra mirada sobre las circunstancias que nos parece no ofrecen respuestas y traen más preguntas que algunas salida de luz a lo que nos toca transitar hacia delante. Sobrenaturalizar permaneciendo en la paz, el gozo y la alegría como fruto de la vida en el espíritu con el que Dios quiere visitarnos.

 

3.- Consigna: Buen día, te invitamos a compartir cómo estás movido a renovar los vínculos desde la presencia de Jesús en medio. ¿Será desde un diálogo sincero, desde una mirada tierna, desde un abrazo misericordioso, desde una escucha empática, desde la alegría? Hay formas simples y sencillas de dejar que el cielo se acerque a nosotros con sus ojos.

 

4.- Una espiritualidad encarnada

Para que el tiempo con su devenir que tantas veces nos aburre y nos hace dar un bostezo grande sin encontrar un sentido a lo que pasa, para que podamos romper con ese círculo vicioso de días repetidos sin horizontes nuevos, hay que dejar que la vida se sobrenaturalice en lo simple, en lo sencillo. Sin perder de vista lo concreto, recuperar el sentido y el valor intrínseco, el peso de cada uno de los acontecimientos que vivimos. Entonces, una espiritualidad de cielo encarnado. Para esto, para que lo cotidiano tenga un sabor y un color azul, como dice la canción, que venga del cielo, es muy importante el despertar en nosotros la capacidad sorpresiva. Es decir, sacar del medio las actitudes defensivas. Hay un mensaje de seguridad que a mí me preocupa, que es el que nos pone siempre a la defensiva y nos roba la capacidad sorpresiva. Pasa como en el fútbol. En la seguridad en la que estamos a veces tan metidos y la preocupación por mantenerla todo el tiempo. En el fútbol, cuando un equipo es sumamente defensivo, pierde la capacidad de sorprender con alguna jugada que estratégicamente rompa el cerco armado, no logara soltarse hacia delante. En la vida también, en la vida, cuando nosotros no dejamos que las situaciones nos sorprendan con sus colores, matices y sabores diversos, en lo cotidiano, la rutina hace que lo reiterativo y casi diría yo la obsesiva manera de vivir bajo determinadas reglas que hay que cumplir y deberes con los que hay que alcanzar los objetivos, nos hace perder las posibilidades de un respiro hondo donde encontramos valor a lo simple, y de allí que esperamos tanto romper con la rutina en el descanso y en las vacaciones. Pero no puede ser que esto ocurra cada seis meses, o un año, veinte días, dos días, cinco días, tenemos que encontrar en lo cotidiano el lugar de los respiros profundos que nos hacen sorpresivamente dejar visitar por esos matices y colores que la vida del espíritu pone en el corazón haciéndonos hacer lo mismo que hacemos todos los días pero con un color, sabor, sentido, distinto. Eso es ponerle música a la vida, ponerle melodías, tonos diversos, que despierten en el alma los sentires que están escondidos y dormidos por allí. Es lo que compartíamos con Alejandro Segura cuando invitábamos a la campaña, como muchas veces la música tiene esa posibilidad de entresacar de nosotros afectos y sentimientos, recuerdos y proyecciones que están escondidas. Tiene esa magia la música, tiene esa posibilidad de conectarnos poéticamente y melódicamente con valores que están dentro de nosotros y tenemos adormitados, y entonces, una buena melodía tiene una muy buena posibilidad de despertar sentires distintos dentro de nosotros, sentires distintos y orientaciones diversas, amplía y unifica, porque también pasa eso con la música, te da un marco más amplio, te saca del encierro rápidamente por lo que despierta dentro tuyo y te orienta objetivamente sobre un lugar desde el afecto y el sentimiento que no es poco, en el sentir interior está escondido lo mejor que nosotros tenemos para aportar, para que lo cotidiano tenga un color y una melodía distinta.

 

5.- Gracia que da sentido

Cuánto le hace falta a nuestra cotidianeidad la presencia de esta gracia que da sentido. Dicen que ha sido tal vez uno de los males más grandes que ha sufrido la humanidad de estos tiempos, la falta de sentido, la ausencia de sentido, de valor. Cuando se ausenta el fin último, la razón por la cuál vivir todo es un gran desvarío, todo es un sinsentido, y esto es justamente lo que la sociedad neopagana ha construido como mensaje multiplicando mucha deidad. Dioses diversos se constituyen en sustitutos amuletos de un Dios verdadero y la verdad es que en este lugar de ausencia de trascendencia o en todo caso desde una religión sin religión, o la religión de la inmanencia, como la new age, se va vaciando el corazón. La angustia gana la interioridad y a pesar de ponernos en off no logramos desconectarnos, porque no se trata de ausentarse, de vaciarse nihilísticamente sino de proyectarse con sentido hacia delante. Y a eso lo da una mirada clara sobre el lugar de valor y de orientación que tienen las cosas en nosotros. Cuando hablamos de sobrenaturalidad vincular en la perspectiva mariana lo hacemos en ese sentido, en el de encontrar valor y sentido a lo que hacemos. Es bueno cuando uno comienza la mañana y revisa su agenda, preguntarse ¿y esto qué lugar tiene, qué sentido tiene, qué le aporta a mi día, a mi jornada, este encuentro, este servicio? Y uno puede decir que es lo que hace todo los días pero cuando lo que haces todos los días lo piensas en clave de tus hijos, de tu mujer, de tu país, de tus amigos, de que lo que lo poquito que haces tiene valor para alguien a quién servís. Si vas en el taxi por ejemplo, al que llevas en tu vehículo, si atiendes el almacén quién recibes con una sonrisa. ¿Vos sabes lo que vale una sonrisa en el trabajo hoy cuando hay tantas maneras desdibujadas de construir o destruir lo que ocurre, lo que acontece en la realidad? Una sonrisa dibuja horizonte, y cuando uno dibuja horizonte muestra sentido. Si solamente le pusiéramos el sentido de una sonrisa a cada actividad y la alegría nos acompañara a cada paso, la mirada refleja del brillo que hay en nosotros, despertaría en otros deseos de ir por ese mismo lugar. Si ese lugar es la presencia del Dios que te habita, cuánto evangelio se comunica sólo con la mirada que brilla y la sonrisa clara en los labios.   

 

Padre Javier Soteras