La consolación del Señor no es diversión es mucho más

martes, 26 de septiembre de 2017
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26/09/2017 – Durante su homilía en la misa de ayer en Santa Marta, el Papa Francisco elevó una invocación al Señor para que nos enseñe la “tensión hacia la redención”.

Reflexionando a partir de la Primera Lectura del día, que relata el momento en el que el pueblo de Israel es liberado del exilio, el Santo Padre puso de manifiesto que “el Señor visitó a su pueblo y lo recondujo a Jerusalén”. A la vez que explicó que la palabra “visita” es “importante” en la historia de la salvación, puesto que “toda liberación, toda acción de redención de Dios, es una visita”: “Cuando el Señor nos visita nos da la alegría, es decir, nos coloca en un estado de consolación. Este cosechar en la alegría… Sí, han sembrado en las lágrimas, pero ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y la consolación no sólo sucedía en aquel tiempo, es un estado en la vida espiritual de cada cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.

Francisco exhortó a “esperar” la visita de Dios a “cada uno de nosotros”. Y dijo que “hay momentos más débiles” y “momentos más fuertes”, si bien el Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, con la consolación espiritual, colmándonos “de alegría”.

De manera que debemos esperar este evento con la virtud “más humilde de todas”: la esperanza, que “es siempre pequeña”, pero “muchas veces es fuerte cuando está escondida como las brasas debajo de las cenizas”. Del mismo modo el cristiano vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro con el Señor”. Francisco añadió que si un cristiano no está en tensión hacia ese encuentro, es un cristiano “cerrado”, “puesto en el depósito de la vida”, sin saber “qué hacer”.

Además, el Papa Bergoglio invitó a “reconocer” la consolación “porque están los falsos profetas que parecen consolarnos y que, en cambio, nos engañan”. Esa – dijo – no es “una alegría que se puede comprar”: “La consolación del Señor toca por dentro y te mueve y te da un aumento de caridad, de fe, de esperanza y también te lleva a llorar por tus propios pecados. Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a llorar con Jesús… Del mismo modo te eleva el alma a las cosas del Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo, tranquiliza el alma en la paz del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, y debemos tener alguna –  pero la consolación te envuelve y precisamente la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste es el Señor”.

El Papa Francisco recordó hacia el final de su homilía que hay que agradecer con la oración al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a ir adelante, para esperar, para llevar la Cruz”. Y pidió, por último, que se conserve la consolación recibida:

“Es verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte –  es un momento – pero deja sus huellas. Y conservar estas huellas y hacerlo con la memoria; conservar como el pueblo ha conservado esta liberación. Nosotros hemos vuelto a Jerusalén porque Él nos ha liberado desde allá. Esperar la consolación, reconocer la consolación y conservar la consolación. Y cando pasa este momento fuerte, ¿qué cosa queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la consolación”.

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